Optimistas bienintencionados

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Optimistas bienintencionados

Existe una visión optimista, común en la LIJ, que implícitamente sostiene que con los niños y los jóvenes bastan los buenos sentimientos. Obviamente, parece mejor tener buenas intenciones que tenerlas malas. Pero si ninguna persona sensata daría su aprobación a un libro que sostuviese que maltratar a los niños está bien, cualquier persona sensata sabe también que para un niño puede ser muy dañina la indulgencia y la bondadosidad de padres y abuelitas. Al peligro cierto del sentimentalismo bondadoso sin claridad de ideas se le puede aplicar otro comentario del personaje de Salinger, Holden Caulfield, acerca de alguien que desea sinceramente ayudarle: «No es que fuera mala persona. Pero es que no hace falta ser mala persona para destrozarle a uno. Puedes ser una persona estupenda y dejar a un tío deshecho». Y, en casos extremos, podemos encontrar personas que se apoyan en la bondad de sus motivos para justificar la tortura o el engaño o, incluso, el matar por afecto.

 

26 junio, 2005
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