Otra novela que ha superado mis expectativas: El lenguaje de las flores, de Vanessa Diffenbaugh. El relato comienza cuando la protagonista, Victoria Jones, una chica que se ha pasado su infancia saltando de un hogar de acogida a otro, cumple 18 años y abandona el albergue donde vivía. Al tiempo que va contando lo que le sucede —su trabajo en una floristería y su trato con la propietaria, Renata, y la evolución de sus relaciones con un chico del mercado llamado Grant—, va mostrando sus grandes conocimientos del mundo de las flores y explicando su origen: el tiempo que pasó con Elizabeth, una de las personas que le acogió en su casa.
Narración absorbente. Una parte de su tirón está en llegar a conocer qué ocurrió de verdad en el pasado de Victoria y qué ocurrirá en su relación con Grant. Pero, sobre todo, la novela gusta porque la personalidad de Victoria, como una chica de trato difícil que ha sufrido mucho y sólo encuentra serenidad en su mundo propio, se dibuja bien; porque los personajes secundarios son también muy atractivos aunque sean esquemáticos; y porque toda la información sobre la pasión de la época victoriana por las flores y de las habilidades especiales de la protagonista resulta orginal y amena. Las explicaciones acerca del lenguaje propio de los sentimientos que manifiestan las flores se insertan con lógica y tienen gracia, por más que la novela exagere los efectos benéficos de acertar con las flores apropiadas para cada ocasión.
Vanessa Diffenbaugh. El lenguaje de las flores (The Language of Flowers, 2011). Barcelona: Salamandra, 2012; 345 pp.; trad. de Gemma Rovira Ortega; ISBN: 978-84-9838-420-8.