Hace pocas semanas me pasaron el cómic titulado Zita, la viajera espacial, de Ben Hatke, con un desconfiado comentario «échale un vistazo a esto». Y, para empezar, encontré una cita inicial de Chesterton con la frase famosa de que hay dos formas de llegar a casa: una permanecer allí y otra dar la vuelta al mundo hasta regresar al mismo lugar. A lo mejor a otros esto les desanima pero a mí me gustó.
La trama es como la de El mago de Oz: niña que acaba siendo arrastrada lejos de su casa y, en compañía de unos tipos de lo más singular, debe buscar la forma de volver. En este caso, Zita acude al rescate de su mejor amigo cuando es abducido por unos extraterrestres y termina en un planeta raro y rodeada de seres curiosísimos —humanos, robots, un ratón gigante (que es un grandísimo personaje)…—. Allí tiene que acabar actuando como una superheroína pero, a pesar de todo lo que consigue, en esta entrega no logra volver a casa.
Se pueden ver en el relato ecos de las criaturas y ambientes de Miyazaki. A mí lo que me ha interesado más es que Zita está bien perfilada —no pierde nunca su aire ingenuo, no tiene poderes especiales pero es amable, lista y transmite seguridad a sus amigos—, que los personajes son graciosos y cada uno tiene su punto débil y su habilidad propia, que la colorida narración gráfica se sigue bien y los diálogos están bien armados, que la historia es imaginativa y tiene gancho.
Ben Hatke. Zita, la viajera espacial (Zita the Spacegirl, 2010). Barcelona: Astronave, 2018; 192 pp.; trad. de Xisca Mas; ISBN: 978-8467932010. [Vista del libro en amazon.es]