Pieles rojas y blancos fue el primer libro de Owen Wister y contiene ocho relatos que, según parece, fueron escritos a partir de hechos reales, titulados El hechicero de Little Big Horn (Little Big Horn Medicine), Specimen Jones, La serenata de Siskiyou (The Serenade at Siskiyou), El “farol” del general (The General’s Bluff), Salvation Gap, El segundo pacto de Missouri (The Second Missouri Compromise), La Tinaja bonita, Un peregrinaje al Gila (A Pilgrim on the Gila).
El hechicero de Little Big Horn trata sobre una rebelión en los indios crow que intenta liderar un joven jefe, ansioso de mandar y de guerra, mientras su padre intenta que se comporte con sensatez, y sofocada con mano izquierda por el ejército. Specimen Jones, un personaje que saldrá en otros relatos, es un tipo que salva la vida de un imprudente joven recién llegado del Este, primero debido a su comportamiento en un bar y luego en una expedición a través de territorio indio. La serenata de Siskiyou habla de un asalto a una diligencia, de la captura y condena de los culpables, y de la actuación insensata de unas señoras compasivas. En El “farol” del general reaparece Jones alistado a las órdenes del hábil general Crook que, con muy pocos soldados, ha de hacer frente a una tribu india díscola. En Salvation Gap, nombre de un pueblo, presenciamos un crimen pasional, en el que un minero asesina a una prostituta que le engaña y le roba, y a la detención posterior del hombre equivocado. En El segundo pacto de Missouri vemos a unos políticos tramposos que, al final, no se salen con la suya gracias de nuevo a la hábil actuación de Specimen Jones, aquí ya cabo. La Tinaja Bonita, nombre de un paraje, es un drama cuyos personajes son una chica mexicana, su pretendiente mexicano, y su celoso novio americano. Un peregrinaje al Gila tiene un narrador en primera persona: un observador que acaba comprobando la poca honradez de los personajes que va encontrando en un viaje por Arizona.
El narrador emplea un tono de buen humor —por ejemplo: «el cementerio de Boisé (Idaho) tenía, este año, veintisiete residentes: dos por meningitis y veinticinco por diferencias de opinión»—, pero es también serio a la hora de presentar momentos duros: muertes, linchamientos, comportamientos venales, etc. No hay en estos relatos personajes heroicos —como el cowboy y la maestra modélicos que pintó el autor en El Virginiano—. Hay una intención de presentar al ejército como la única institución fiable de aquellos momentos y aquellas tierras, lo cual era, seguramente, cierto y una opinión muy extendida. El autor tiene una visión de los indios que intenta ser equilibrada, aunque se da por supuesta la legitimidad de las políticas que se seguían, de recluirlos y mantenerlos en reservas. Están bien las descripciones de paisajes y no faltan observaciones al paso bien hechas: «La época de los pioneros terminaba. Sus días de gloria, francachelas e irresponsabilidad se habían acabado, solo quedaban los rescoldos. ¡La juventud sin ataduras es una cosa tan grande y fácil, y en cambio la vejez sin ataduras, algo tan lóbrego!».
Owen Wister. Pieles rojas y blancos: historias verídicas del viejo Oeste (Red Men and White, 1895). Villafranca del Penedés (Barcelona): Erasmus, 2015; 215 pp.; trad. de Carlos Vendrell; ISBN: 978-84-15462-48-4. [Vista del libro en amzon.es]