La idea de que «la cualidad de nuestra risa» nos habla de la categoría ética de un libro aparece también en la crítica detallada de Las aventuras de Huck Finn que mencioné días atrás. En ella, Wayne Booth, después de señalar cómo el esclavo negro Jim es, en efecto, el centro moral de la historia y de los capítulos centrales, en las escenas finales Twain recae en el tono de Las aventuras de Tom Sawyer y comete un gran error artístico: «No percibiendo la grandeza de lo que había hecho en las escenas del río, [Twain] simplemente dejó que la novela (…) retrocediera a la clase de estereotipos cómicos de los primeros escasos capítulos. Aunque planteada como una objeción formal a la incoherencia, esta objeción podría describirse como ética, en el sentido más amplio: el criterio implícito es que las grandes novelas sondean profundidades morales; debido a que el final de Huck Finn es moralmente frívolo, no debería aceptarse como grande al libro en su conjunto». Pero hay más: «Rara vez se sostiene que el final [de Huck Finn] no sólo es frívolo, sino moral y políticamente ofensivo. La mayoría de los críticos han hablado como si fuese absurdo plantear preguntas sobre los valores raciales de un libro en el cual el centro moral del mismo es un noble hombre negro tan magnánimo que se entrega nuevamente a la esclavitud a fin de ayudar a un doctor a salvar la vida de un muchacho blanco». Pero no es esa la cuestión: cuando, al final de su aventura, Huck olvida lo aprendido y, dejándose llevar por Tom Sawyer, trata a Jim y a sus sentimientos de forma indigna, se ve que Twain (o el autor implícito si uno quiere ser más técnico) espera que los lectores nos riamos: es legítimo pensar, por tanto, que hay una cierta indiferencia de Twain hacia lo que tal cosa significa para Jim, y es más que legítimo suponer que algunos lectores sientan desagrado e incluso irritación ante eso. En fin, igual que la épica de Homero no puede dañar a los lectores jóvenes «del modo específico que preocupaba a Platón —haciendo tambalear su confianza en la racionalidad y en la decencia de los dioses griegos—», el racismo subyacente de cualquier relato tampoco lo hará cuando el conflicto racial no tenga peso en nuestras vidas, pero entretanto…
Wayne Booth. Las compañías que elegimos. Una ética de la ficción (The Company We Keep, 1988). México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2005; 556 pp.; col. Lengua y Estudios Literarios; trad. de Ariel Dilon; ISBN: 968-16-7478-2. [Vista del libro en amazon.es]