En uno de los capítulos de Las compañías que elegimos, Wayne Booth analiza la obra de Rabelais. Yo no he leído a Rabelais, y los expertos discutirán o no las afirmaciones de Booth, pero me ha parecido clara la idea de que, desde un punto de vista ético, las preguntas cruciales (en el caso de un humorista como el autor francés) tienen que ver con «la cualidad de nuestra risa», idea que Booth toma de Bajtín.
Dice Booth: «Lo que vemos en Rabelais es que su risa va contra las mujeres porque son absurdas y porque rehúsan servir al mundo masculino del modo en que, según los hombres, deberían hacerlo. Cuando se las juzga favorablemente siempre son hombres los árbitros». En definitiva, sigue Booth, Rabelais habla de sueños de hombres que ofrece a hombres: «uno no encuentra en ninguna parte, en Rabelais, ni un solo signo de un esfuerzo por imaginar el punto de vista de una mujer o por incorporar a las mujeres en un diálogo. Sus raros encomios, como los esfuerzos de muchos varones por apreciar a las mujeres como clase, carecen de la riqueza de detalles que observa en un asombroso espectro de caracteres masculinos. Puede reconocer la existencia de las mujeres; puede burlarse de ellas o apreciarlas, como clase. Lo que no puede hacer o no está dispuesto a hacer es verlas. (…) Rabelais es injusto con las mujeres no únicamente en las formas superficiales que las tradiciones han afirmado, sino, en alguna medida, en gran parte de su acto imaginativo central».
Wayne Booth. Las compañías que elegimos. Una ética de la ficción (The Company We Keep, 1988). México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2005; 556 pp.; col. Lengua y Estudios Literarios; trad. de Ariel Dilon; ISBN: 968-16-7478-2. [Vista del libro en amazon.es]