Se podría formar un bloque de álbumes con aquellos que comparten un tipo característico de narrador: el del adulto que rememora un suceso de infancia y que, en las ilustraciones, muestra un poco cómo era el niño que fue y cómo vivió el acontecimiento que cuenta. (Sin que tal cosa quiera decir que lo que se narra sucediera o no al autor realmente). En ese grupo podríamos incluir el álbum de Peter Schössow titulado Mi primer coche era rojo.
El narrador recuerda que, cuando su abuelo le regaló un coche a pedales, lo preparó a conciencia, y luego, acompañado de un hermanito pequeño que lo presenció todo con ansia y curiosidad, hace un accidentado recorrido por los alrededores. (Un detalle del que deducimos que no es exactamente un recuerdo del pasado está en que el narrador dice que consiguió por internet algunas piezas para preparar a conciencia el coche).
El tono de la historia, tanto en el texto como en las imágenes, es amable, levemente bromista, y refleja bien el entusiasmo de un niño cuando desea algo. Gráficamente vale la pena observar cómo el autor logra condensar, en la ilustración única de algunas dobles páginas, varios momentos de la actividad del chico y, en especial, de su paseo. En este aspecto se ve, una vez más, la maestría del ilustrador alemán en el uso de capas tan propias de los programas de diseño y retoque fotográfico.
Argumentalmente resulta estupenda la intervención del hermanito pequeño: el lector podría esperar que fuese un incordio para el mayor pero no es así en absoluto.
Peter Schössow. Mi primer coche era rojo (Mein erstes Auto war rot, 2010). Barcelona: Juventud, 2011; 40 pp.; trad. de Christiane Reyes; ISBN: 978-84-261-3810-1.