Drawing from memory es un libro autobiográfico de la juventud de Allen Say. Se puede llamar novela gráfica pues es una narración que combina texto con fotografías antiguas, con dibujos y acuarelas, algunos del pasado y otros realizados expresamente para el libro. Dan algo de idea del proceso formativo de Say y de aspectos de la mentalidad japonesa. Empieza cuando, a los doce años, al haberse separado sus padres, su madre lo manda a Tokio con su abuela. Pero, una vez allí, su abuela y su madre deciden que viva solo, en un apartamento. Entonces lee la noticia sobre la forma en que un chico comenzó a trabajar de ayudante de Noro Shinpei, uno de los más famosos dibujantes de tiras cómicas de Japón, y decide actuar igual. Va a ver a Shinpei, directamente le pide ser su aprendiz, y Shinpei le acepta. El relato se centra entonces en su vida como estudiante y como dibujante con Shinpei, y termina cuando se marcha a los Estados Unidos en 1953. Un último capítulo añade información sobre sus posteriores y ya escasas relaciones con Shimpei y su familia.
La concepción y realización formal del libro son atractivas y eficaces. Su contenido sobre todo subraya, por un lado, las ansias de Say de llegar a ser un gran dibujante y, por otro, la paciencia y amabilidad del maestro, o mentor, o sensei en japonés. En relación a la vida familiar de Say se dicen pocas cosas, salvo que las relaciones con su padre, después de separarse de su madre, fueron siempre malas; sorprende tanto que le concedan la independencia con doce años como su alegría por ese motivo, tal vez porque su edad mental no era ya la de un niño. En relación a su formación artística hay pocas alusiones. Una es cuando Say le dice a Shinpei que no sabe dibujar bien las manos y le pregunta que cuánto tiempo tendrá que practicar para conseguirlo; entonces el maestro le dice: «Mala palabra, Kiyoi. Dibujar no es nunca una práctica. Dibujar es ver y descubrir. Cada vez que dibujas, descubres algo nuevo. Recuerda eso». Otra es cuando dice a su maestro que se ha dado cuenta de que Van Gogh «pintaba todo del mismo modo, con los mismos trazos: árboles, caras, todo», y su maestro le responde: «Bien visto, Kiyoi. Para Van Gogh cada pincelada es como una palabra de un libro. Pintar es una clase de escritura y escribir es una clase de pintura: las dos cosas se basan en “ver”».
Allen Say. Drawing form memory (2011). New York: Scholastic Press, 2011; 64 pp.; ISBN: 978-0-545-17686-6.