En su momento hablé de Un camino entre dos mares, un libro del historiador David McCullough. También vi tiempo atrás, y me gustó mucho, la serie televisiva basada en una biografía suya sobre John Adams. Debido a esas buenas experiencias en su momento añadí a mi lista de futuras lecturas 1776, otro de sus libros que se publicó en castellano hace años, y he podido leerlo hace unas semanas. Es una narración excelente y equilibrada que trata de lo sucedido el año que se celebra como el del nacimiento de los Estados Unidos, pues en él se firmó su Declaración de Independencia y empezó la guerra con Inglaterra, y en él surgió y se agigantó la figura de George Washington.
El libro tiene mucho de historia militar pues cuenta con detalle las importantes batallas que tuvieron lugar en 1776: el asedio inglés de Boston, la batalla de Brooklyn o Long Island —una derrota norteamericana que, sin embargo, terminó con una retirada nocturna de 9000 soldados, en perfecto orden y silencio y sin una baja—, y las decisivas victorias del ejército norteamericano de Trenton y Princeton, un momento de giro en los acontecimientos que sucedió a finales del año, pues la decisión de George Washington de atravesar el río Delaware devolvió la esperanza de victoria a los norteamericanos. El autor hace notar que Gran Bretaña, para reprimir la insurrección, mandó «la mayor fuerza expedicionaria del siglo XVIII; la mayor, la más poderosa que jamás puso en marcha Gran Bretaña o cualquier otra nación», e hizo un «despliegue de poderío militar que superaba todo lo imaginable»: su ejército «superaba en número no sólo a toda la población de Nueva York, sino incluso a la de Filadelfia, que, con una población de 30000 habitantes, era la mayor ciudad de América».
Por otro lado, el libro tiene bastante de biografía pues está centrado en la figura de Washington, un rico hacendado de Virginia, un hombre con una gran presencia y fortaleza física, muy hábil en el manejo del caballo, ordenado y preciso en el cumplimiento de sus horarios, con un trato sereno que causaba una impresión favorable en quienes le conocían. No tenía experiencia como jefe militar —había estado al mando de un regimiento pero no había dirigido nunca un asedio—, pero conocía bien sus limitaciones, supo aprender de los graves errores que cometió en algunas acciones, jamás se rindió y fueron continuas sus llamadas al «coraje infatigable y la perseverancia», y, en especial, supo mantener a su ejército unido y transmitirle ánimo en los momentos críticos.
David McCullough. 1776 (2005). Barcelona: Belacqua, 2006; 503 pp.; col. El ojo de la historia; trad. de Cecilia Belza; ISBN: 84-96326-84-5.