Historia de dos ciudades (1859)

Autores de referencia: Charles DickensAutores de referencia: Charles Dickens
 
Historia de dos ciudades (1859)

En contraste con otras novelas de Dickens, Historia de dos ciudades tiene un argumento más lineal, sin derivaciones de su hilo principal, y tiene acentos más sombríos, casi sin rasgos de humor. Su estilo es más retórico, algo que, suponen los especialistas, tuvo su origen en la costumbre que había ido adquiriendo Dickens de realizar lecturas en voz alta de sus obras.

Acción que se desarrolla entre 1775 y 1789. Comienza cuando el enviado de un banco inglés viaja a París para traerse con él de regreso a Londres al doctor Manette, un hombre que ha estado en prisión casi veinte años y está en un estado de salud lamentable. Pasan los años y, cuando ya se ha recuperado y su hija se ha casado con un joven de origen francés, todos deben acabar volviendo a París en el momento en el que la revolución está en su punto más alto.

Para escribir su historia Dickens se apoyó en la investigación histórica de Carlyle acerca de la Revolución francesa. Pero, dice Chesterton, mientras Carlyle recogía cuidadosamente los documentos y verificaba las referencias, Dickens sólo tomaba sus ideas de la gente; mientras Carlyle era escocés y estaba históricamente conectado con Francia, Dickens era un inglés para quien Londres era la capital del mundo y, por supuesto, no entendía que París pudiera ser la capital de Europa o que todos los caminos conducen a Roma… En teoría se diría que Carlyle era sabio y Dickens un ignorante, pero Dickens comprendió lo que no comprendió Carlyle y su presentación de la Revolución francesa se aproxima probablemente mucho más a la revolución francesa real que la visión que dio Carlyle.

Carlyle siempre supone que cuando se producen las tragedias el hombre que las provoca es trágico; Dickens sabe que quienes provocan las peores tragedias son cómicos, como por ejemplo Quilp (Almacén de antigüedades). Carlyle era sutil pero no sencillo, y la Revolución francesa fue algo simple que un hombre sencillo pero no sutil como Dickens sí pudo ver, igual que vio, y dijo a los propietarios de esclavos norteamericanos, que la crueldad y el abuso de un poder irresponsable son las peores pasiones humanas. Por eso Dickens, cuando escribe una historia sobre la Revolución francesa, no hace que la revolución en sí misma sea una tragedia pues sabe que un estallido rara vez es una tragedia y que generalmente, gracias a él, se impide la tragedia. Todas las tragedias verdaderas son silenciosas (y al decir esto Chesterton estaba pensando en el despojo silencioso que, durante siglos, sufrió el pueblo inglés a manos de sus clases altas). Por eso, en su obra, Dickens condena la crueldad de la Revolución pero no sin antes presentar la crueldad de los aristócratas que provocó y legitimó la rebelión de las clases populares.

Charles Dickens. A Tale of Two Cities (1859). Edición española, titulada Historia de dos ciudades, en Madrid: Cátedra, 2001; 512 pp.; col. Letras universales; edición de Pilar Hidalgo; trad. de Juan Jesús Zaro Vera; ISBN 10: 84-376-1953-X. Otra edición está en Madrid: Alianza, 2011; 624 pp.; col. El Libro de bolsillo; trad. de Salustiano Masó; ISBN 13: 978-84-206-6577-1.

 

7 abril, 2012
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