En El Rey Mago y su elefante se dice que «para un niño el tiempo no existe; tiene tanto tiempo por delante que se olvida de su existencia hasta que algún acontecimiento importante le imprime tal o cual fecha en la imaginación». Esta consideración puede complementarse con la conciencia, que uno pronto adquiere, de qué distinta es la velocidad a la que transcurren las horas según cuáles sean nuestras expectativas o nuestras ocupaciones… Algo (sólo algo) de eso trata un relato inglés, ya clásico, titulado El jardín de medianoche, de Philippa Pearce, fallecida hace pocas semanas.
1 febrero, 2007