Peter Pan de rojo escarlata, firmado por Geraldine McCaughrean, fue uno de los libros más promocionados del año pasado, anunciado con el (incomprensible) rótulo de «la segunda parte OFICIAL». Dejando de lado el comienzo, pues unos adultos comportándose de modo pueril no resultan nada convincentes, a cualquiera que haya disfrutado con la historia original le puede interesar e incluso gustar: la escritora demuestra una sobresaliente soltura para dar continuidad temática, estilística y argumental al clásico.
Sin embargo, creo que la historia falla. El extraño encanto de la narración de Barrie estaba basado no sólo en su categoría literaria y en la creación del personaje que quería ser siempre niño, sino en sus acentos ambiguos y en lo que tenía de mezcla paródica de las historias de piratas y del Oeste populares en aquel momento histórico: lo primero era un gancho para los adultos y lo segundo para los niños. Cualquier intento de añadir más capas de parodia a una parodia es difícil, y quizá imposible; y atraer a los niños de ahora con personajes y temas como aquellos, por más que se adorne con algunas novedades, tampoco creo que funcione. Pero el tiempo lo dirá.
Geraldine McCaughrean. Peter Pan de rojo escarlata (Peter Pan in Scarlet, 2006). Madrid: Alfaguara, 2006; 304 pp.; trad. de Isabel González-Gallarza Granizo; col. Serie Azul; ISBN: 84-204-7068-6.