Los flamboyanes de Thika: memorias de una infancia africana, de Elspeth Huxley, son los recuerdos de la escritora de su infancia en Kenia, en los años previos a la primera Guerra Mundial. Empiezan cuando sus animosos padres, Robin y Tilly, se instalaron en una granja situada en Thika, unos kilómetros al norte de Nairobi. Su objetivo era convertirla en una floreciente plantación, una tarea que resultaría mucho más difícil, pero también más rica y variada, de lo que suponían.
La narración tiene calidad y unos acentos cordiales que, sin embargo, no impiden que se ponga de relieve la dureza de muchos sucesos. El objetivo de la escritora no es tanto hablar del mundo interior de la niña que era entonces, aunque sí dé pinceladas de su mundo interior y de sus reacciones, como reflejar las vidas de sus padres y vecinos europeos y de las gentes del lugar con las que se relacionan. Así, de los kikuyu la narradora dice que «recorrían el territorio sin que parecieran poseerlo, o tal vez debería decir sin dejar huella en él. A nosotros eso nos sorprendía: no habían aspirado a recrear, alterar o dominar el territorio ni a tenerlo bajo control». Para los masái, comenta, «la gloria de un hombre residía en sus manadas y rebaños, y si carecía de gloria, ¿qué clase de hombre era? A riesgo de perderlo todo, cualquier masái se creía capaz de defender lo suyo contra todos los contendientes, incluso contra el Gobierno».
Un aspecto de interés es ver con qué ironía se pone de relieve la mentalidad de los europeos en aquella época y lugar. Así, dice Tilly: «Cada vez que veo a una mujer kikuyu subir trabajosamente una colina con un bebé y un fardo de productos a la espalda que pesan un centenar de libras, me siento culpable»; y un vecino le replica: «¡Qué ridiculez! No son más que indígenas. ¿Esperas rebajarte a su nivel?». En esa misma conversación, Tilly dice que están allí para inculcar un poco de civilización, y hacer desaparecer la mugre, la enfermedad y la superstición…, a lo que otro colono replica: «En mi caso no vine a civilizar a nadie. Vine (…) para hacer fortuna. Luego volveré y me lo gastaré todo allí. Si eso ayuda a civilizar a alguien me alegraré por ello, pero también me sorprenderá». O cuando Tilly también manifiesta su convicción de que los indígenas aprenderán de los europeos a tratar a las mujeres con respeto, otro le dice que no cree tal cosa: «si hay una cosa que le sorprende de verdad [a un tal Ahmed] es la manera en que se comportan nuestras damas (..) Le horrorizan (…) en primer lugar sus contestaciones, y después su pereza. Ver a un hombre trabajar mientras una mujer se repantinga ofende su sentido del decoro».
Elspeth Huxley. Los flamboyanes de Thika: memorias de una infancia africana (The Flame Tress of Thika. Memories of an African Childhood, 1959). A Coruña: Ediciones del Viento, 2013; 349 pp.; trad. de Beatriz Iglesias Lamas; ISBN: 978-84-15374-54-1.