Consejos para niñas pequeñas, de Mark Twain, un librito con ocho pequeños párrafos del autor norteamericano, tiene los acentos irónico-bromistas que se le suponen, acentuados por las buenas ilustraciones de Vladimir Radunsky. Es decir, que su sentido del humor, tal vez rompedor para oídos decimonónicos (si asumimos que aquella época era un poco lerda), es más para lectores un poco mayorcitos (que, orgullo cronológico aparte, seguramente están mucho más dispuestos a ooohhhs y aaahhhs admirativos que aquellos lectores antiguos). La edición está en la línea del momento de publicar relatos y relatitos de autores clásicos con ilustraciones modernas, y de convertir cualquier texto en una especie de álbum. Entiendo que se dirige a compradores con muchas posibilidades económicas y que deseen un libro con pocas letras, o que tal vez haya dinero público para incorporarlo a un montón de bibliotecas. Tal vez esté siendo un poco exagerado pero, sea como sea, estamos en el caso de algo que intenta parecer más de lo que es, una broma que se viste de libro, e inflar tanto algo así es, o al menos suena, pretencioso.
Mark Twain. Consejos para niñas pequeñas (Advice to Little Girls, 1865). Madrid: Sexto piso, 2014; 22 pp.; ilust. de Vladimir Radunsky; trad. de Raquel Vicedo; ISBN: 978-84-15601-54-8.