Tal vez porque me gusta correr y tengo muchos amigos corredores, y también porque me gusta el estilo económico de Jean Echenoz, he disfrutado con Correr, un veloz relato dedicado a la historia de Emil Zátopek, uno de los más grandes fondistas de la historia del atletismo.
Empieza durante la segunda Guerra Mundial, cuando su protagonista es aún muy joven y no le gusta correr. Sigue con sus comienzos, sus entrenamientos y su deslavazada manera de correr, sus principales competiciones y las marcas que va batiendo una tras otra.
Un párrafo resumen, que da idea del estilo de Echenoz, es este: «Desde su primer gran triunfo en los Juegos de Londres, a los veintiséis años, nadie ha sido capaz de igualarlo. Durante los seis años, los dos mil días siguientes, será el corredor más rápido de la Tierra en largas distancias. Hasta el punto de que su patronímico ha pasado a ser a los ojos del mundo la encarnación de la potencia y la rapidez, se ha inscrito en el pequeño ejército de los sinónimos de la velocidad. El apellido Zátopek, que no era sino un extraño nombre, comienza a restallar universalmente con sus tres sílabas ligeras y mecánicas, despiadado vals de tres tiempos, ruido de galope, zumbido de turbina, repiqueteo de bielas o de válvulas acompasado por la k final, precedido por la z inicial que ya corre mucho: hace uno zzz y todo corre mucho, como si esa consonante fuera un juez de salida».
El relato termina en los años setenta, cuando el régimen checo, después de que pronunciara a favor de la rebelión de Praga del 68, lo arrinconó y lo destinó a trabajos oscuros.
Jean Echenoz. Correr (Courir, 2008). Barcelona: Anagrama, 2010; 140 pp.; col. Panorama de narrativas; trad. de Javier Albiñana; ISBN: 978-84-339-7540-9.