El portero de la selva

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El portero de la selva

Igual que yo, muchos aficionados al fútbol pueden disfrutar con El portero de la selva, de Mal Peet. Es una buena narración que cuenta el aprendizaje como portero del protagonista, lo que ocupa bastante más de la mitad de la novela, y luego algunos momentos excelentes de sus actuaciones. A otros no les acabará de gustar por los aspectos fantásticos del relato, en mi opinión un tanto recargados, y porque no faltan las frases vacías y un tanto rimbombantes que parecen explicarlo todo pero que no explican nada —tipo «lo inesperado es lo único en lo que puedes confiar»—.

Un país sudamericano indeterminado. Un periodista deportivo, Pablo Faustino, hace una larga entrevista al Gato, el portero de la selección nacional, justo cuando acaba de ganar la copa del Mundo con su país. El Gato cuenta que fue un niño desgarbado y alto que nació en un pueblo maderero junto a las selvas amazónicas. Un día, en un misterioso descampado en la selva que parece situarse fuera del tiempo, encuentra un personaje, el Portero, que lo entrenará en secreto y despiadadamente durante casi dos años. Hasta que un día llega su oportunidad de asombrar a todos con su talento y con un dominio de los nervios que se convertirá en legendario.

Es una buena idea la de contar todo en forma de una larga entrevista: eso permite al lector situarse al lado del periodista que, al mismo tiempo que admira a su interlocutor, también duda o se sorprende de algunas cosas que le cuenta. A favor de la historia se ha de indicar que el Gato es un personaje sólido: maduro, sensato, que mira su pasado con ecuanimidad, que recuerda a sus padres y familiares con agradecimiento; que sabe describir bien no sólo los momentos futbolísticos sino también los escenarios y habitantes de la selva. Y los acentos, llamémoslos ecologistas, de lamento por la deforestación de las selvas amazónicas, están bien puestos: tienen la fuerza justa que han de tener en un relato como este.

Un pequeño ejemplo de las cosas que son graciosas, o que a mí me hacen gracia por lo menos, pero que tal vez son excesivas: un día Gato se fija en una telaraña que había en la portería y se preguntó interiormente si él era la araña o la mosca; entonces, el enigmático Portero le dijo sin más ni más: «Tú eres la araña. Para ti, la portería no será un lugar vulnerable que necesite tu protección. Será una trampa. Será tu lugar de caza». Todo un capítulo de la Mística del portero.

Mal Peet. El portero de la selva (Keeper, 2003). Barcelona: Salamandra, 2010; 192 pp.; trad. de Javier Guerrero Gimeno; ISBN: 978-84-9838-286-0.

 

7 octubre, 2010
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