Más que hablar de los libros que nos gustaría que leyeran los niños o de cómo hacer que los niños lean esos libros que a nosotros nos parecen apropiados, creo que deberíamos fijarnos en las pautas y estándares que marcaron los libros infantiles que han sido considerados mejores por muchas generaciones de lectores de muy distintos ambientes. Pues, sobre todo, en ellos vemos esas condiciones negativas que un buen libro infantil nunca tiene: estar mal escrito, usar expresiones triviales o vacías, guiñar el ojo al adulto por encima de la cabeza del niño, guiñar el ojo al niño para darle la razón cuando no la tiene…
24 febrero, 2005