Ya que hablé, no hace mucho, de biografías de Shakespeare, y ya que las semanas anteriores colgué reseñas de importantes novelas policiacas, traigo aquí un breve comentario de una interesante novela: La hija del tiempo, de Josephine Tey (no They, como pone la portada de la primera edición que cito abajo).
El protagonista, el inspector de Scotland Yard Alan Grant, está en cama sin poder moverse. A partir de que le muestran un retrato de Ricardo III se pregunta qué clase de persona fue y, con ayuda de las enfermeras y de compañeros amigos, va recopilando información histórica para saber si fue o no el autor del asesinato de sus dos sobrinos. Sus conclusiones serán muy distintas a las que los textos escolares habituales enseñan y a las del estereotipo difundido por la obra de Shakespeare.
Supongo que para entrar en esta historia se requiere tener interés en el personaje o en la historia de la época. En cualquier caso, la estructura de la novela es sobresaliente y es magnífica la forma en que Grant realiza la investigación, por medio sobre todo de un joven norteamericano que le ayuda. Además, reconozco que a mí me gustó en su momento porque me interesa mucho la discusión de cómo los libros escolares engañan tanto y no de modo inocente: la idea de fondo que preside la narración y que se anuncia en el título, para quien lo pueda ver, es que la verdad (esa clase de verdades históricas al menos) es la hija del tiempo, frase de una obra de Bertold Brecht.
A propósito de lo mismo léase Cánones.
Josephine Tey. La hija del tiempo (The Daughter of Time, 1951). Madrid: Debate, 1994; 186 pp.; col. Debate bolsillo; trad. de Flora Casas; ISBN: 84-7444-800-X. Nueva edición en Gijón: Hoja de Lata, 2020; 208 pp.; trad. de Efrén del Valle Villamil; ISBN: 978-8416537631. [Vista del libro en amazon.es]