Dos novelas largas, importantes en sus respectivos países, de las que esperaba mucho más: la húngara Los días contados, de Mikós Bánffy, y la china La fortaleza asediada, de Qian Zhongshu. La culpa no es tanto de las novelas como de las expectativas que yo tenía.
Los días contados es la primera novela de una trilogía sobre la Hungría de los comienzos del siglo XX. Los protagonistas son el conde Bálint Abády, un diputado que representa a su región después de un tiempo en el extranjero, su amiga desde la niñez Adrienne Milhot, y su primo Lázslo Gyeröffy, un empobrecido aristócrata y músico. En ella se describe con calma el ambiente de la época y, sobre todo, se cuenta la relación amorosa entre Abády y Adrienne, infeliz en su matrimonio. Tal vez, como algunas reseñas habían puesto esta novela en línea con las de Joseph Roth, mi decepción fue mayor: mientras las historias de Roth son cortas, intensas y relativamente rápidas, esta es larga, lenta y su hilo argumental dominante no me resultó atractivo.
La fortaleza asediada se sitúa en los años treinta y sigue a su protagonista, Fang Hongjian, desde su regreso del extranjero con un falso título de doctor en Filosofía, pasando por su trabajo en un banco y como profesor en una universidad del interior, hasta su boda con otra profesora y los primeros meses de su matrimonio cuando vuelve a Shanghai. Se narran lentamente los poco afortunados vaivenes de Fang y su entorno en relación a su futuro matrimonio primero y a su vida de casado luego. Todo se desarrolla con abundantes diálogos y mucha ironía tanto contra las costumbres locales como contra el esnobismo de quienes imitan las extranjeras. En mi opinión, demasiada longitud para la sustancia que tiene la historia pero, en su favor, hay que decir que tiene momentos memorables. Por ejemplo, una conversación entre varios personajes y Chu Shenming, un filósofo chino que había estado en el extranjero y tenía fama de haberse relacionado con famosos pensadores de la época. Cuando Shenming menciona una palabra extraña, un interlocutor le pregunta por ella:
«—…es una palabra que alguien leyó en un libro y se la dijo a Bertie, y Bertie me la transmitió a mí.
—¿Quién es Bertie?
—Bertrand Russell.
¡Era tal la confianza de Chu Shenming con aquel filósofo mundialmente conocido (…) que le llamaba por su diminutivo! Hasta Dong Xienchuan se quedó impresionado y preguntó:
—¿Tiene usted mucha amistad con Russell?
—Somos lo que se dice amigos. Me estima hasta el punto de pedirme respuesta para algunas cuestiones concretas.
El cielo era testigo de que Chu Shenming no mentía. Russell en realidad le había preguntado cuándo había llegado a Inglaterra, cuáles eran sus planes, cuántos terrones de azúcar quería en el té y toda una serie de cuestiones por el estilo, para las que el filósofo, naturalmente, no tenía respuesta».
Miklós Bánffy. Los días contados (Megszámláltattál, 1934). Barcelona: Libros del Asteroide, 2009; 666 pp.; trad. de Éva Cserháti y Antonio Manuel Fuertes Gaviño; ISBN 13: 978-84-92663-02-6.
Qian Zhongshu. La fortaleza asediada (Weicheng, 1947). Barcelona: Anagrama, 2009; 545 pp.; trad. de Taciana Fisac; ISBN: 978-84-339-7583-6.