Tenía en mis listas de libros a leer, desde hace mucho, El último unicornio, de Peter Beagle, una especie de El maravilloso Mago de Oz en versión incipientemente posmoderna. Me ha parecido un buen libro, episódico y desigual, cuyo atractivo está en que tiene un gran narrador y un personaje principal maravillosamente presentado. Y, de paso, he leído Tamsin, del mismo autor, otra obra de fantasía completamente diferente, escrita veintitantos años después, y que también se apoya en un sorprendente narrador, narradora en este caso. Son libros valiosos pero requieren una particular conexión con los géneros a los que, más o menos, pueden adscribirse.
5 marzo, 2009