De la lectura en voz alta

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Romano Guardini: «El libro es (…) un discurso que permanece incluso después de haber sido pronunciado: gracias a los signos, que tienen la propiedad de la duración, el lector puede hacer que la palabra se repita continuamente. Naturalmente, de esta forma se hace claro también qué debería ser la lectura: un despertar del discurso hablado. Cuando un hombre de la antigüedad tomaba un libro en sus manos —o mejor, un rollo de escritura; el libro tenía para él una figura distinta que para nosotros—, no leía sólo con los ojos, sino que pronunciaba las palabras a media voz. Tenía de esta forma la garantía de que se hacía evidente la forma entera de la palabra y de la frase. Hablaba y escuchaba al mismo tiempo y, escuchando, controlaba la propia lectura.

Nosotros, hombres de hoy, leemos callando, y con esto corremos el peligro de no captar hasta el fondo el sentido de las palabras. Los ojos se deslizan de un signo a otro, el intelecto se dirige inmediatamente a sus significados; cae el elemento corpóreo. En esto se encuentra el objetivo de aprender a leer, sobre todo cuando se trata de libros en los que es esencial la sonoridad de la palabra; cuando se trata de lenguaje estilísticamente elaborado, sea prosa o poesía. Cosas de este tipo, cuando se leen, habría que referirlas al discurso hablado. La ganancia sería grande».

Romano Guardini. Elogio del libro (Lob des Buches, conferencia de 1948, editado como libro en 1963). Madrid: Encuentro, 1998; 62 pp.; trad. de Carmen Salgado; ISBN: 84-7490-485-4.

 

5 agosto, 2007
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