La Castafiore se autoinvita unos días a Moulinsart. Su presencia provoca visitas de periodistas y un desorden notable. Un encrespado Haddock se lesiona en una caída y debe desplazarse en silla de ruedas. Las joyas de la Castafiore desaparecen y se organiza un revuelo enorme, pero en realidad no habían desaparecido. Pero cuando se va, una de sus esmeraldas desaparece de verdad. Las investigaciones conducen a un final distinto del sospechado por Hernández y Fernández. (Historia delirante, en la que nada es lo que parece y en la que predomina un clima de confusión y desconcierto. Todos hablan y nadie parece comprender nada, los equívocos son constantes, la intriga de las joyas no coge verdadera fuerza. Hergé, mezclando lo cómico y lo absurdo, extrema los tics de sus personajes y transforma en aventura el caos de sus vidas cotidianas.)
Las joyas de la Castafiore
6 agosto, 2008