El centurión Graco Linus regala uno de los galos invencibles a César: el bardo Asurancetúrix. Astérix y Obélix van tras él y se hacen gladiadores de Cayo Obtusus. Los espectadores del Coliseo, con Julio César a la cabeza, presenciarán una carrera de cuadrigas distinta, al bardo Asurancetúrix enfrentado a los leones, a los gladiadores jugando entre sí a las palabras, y a Astérix y Obélix enfrentados a una cohorte de los mejores legionarios. Aunque a Julio César no le agrada que los galos le saluden con familiaridad, la satisfacción del público le induce a ser generoso.
16 julio, 2008