MERNISSI, Fátima

MERNISSI, FátimaAutores
 

Escritora marroquí. 1940-2015. Nació en Fez. Estudió en escuelas coránicas. Su madre y su abuela eran analfabetas. Desde los veinte años estudió en París. Doctora en Ciencias Políticas. Profesora de universidad. Falleció en Rabat.


Sueños en el umbral: memorias de una niña del harén
Barcelona: Círculo de lectores, 1996, 3ª ed.; 264 pp.; traducido del inglés por Ángela Pérez; ISBN: 84-226-5789-9.

Memorias de infancia de la autora, transcurrida en un harén de Marruecos. Se describen con minuciosidad personajes e incidentes, haciendo hincapié sobre todo en las enseñanzas de la madre y de la abuela, mujeres analfabetas con un gran sentido de la independencia que quieren inculcar también en la narradora.



Libro que, a pesar de su deriva, tiene interés testimonial. Son abundantes y están bien contados los detalles de vida cotidiana. Algunas figuras, en particular la de la madre, tienen fuerza. El interés de la autora se centra en mensajes como: desmentir que la religión musulmana minusvalore a la mujer, subrayar la necesidad de que la mujer sea igual al hombre, insistir en que las mujeres puedan construir sus vidas con total independencia. A pesar de la simpatía que tales objetivos puedan despertar en un lector occidental, es difícil sustraerse a la impresión de que la autora reorganiza el pasado a la luz de lo que piensa hoy, y que la base de sus opiniones no es intelectual sino voluntarista.

Así, su madre, dice la narradora, «nunca admitió la superioridad masculina, por considerarla absurda y absolutamente antimusulmana. “Alá nos hizo a todos iguales”, solía decir». El segundo de los mensajes lo da su abuela cuando le dice que «nunca debía aceptar la desigualdad porque no era lógica». El tercero lo afirman distintos personajes que animan a la pequeña Fátima a que renuncie a las tradiciones asfixiantes y centre su vida en buscar la diversión, la alegría y la felicidad. Esa búsqueda no está orientada intelectualmente sino en otra dirección: siguiendo los consejos de su tía Habiba indica que, «si alguna vez dirigía alguna batalla por la liberación de la mujer, no olvidaría la sensualidad», pues «¿para qué rebelarse y cambiar el mundo si no puedes conseguir lo que le falta a tu vida? Y lo que le falta más claramente a nuestras vidas es amor y lujuria. ¿Por qué organizar una revolución si el nuevo mundo va a ser un desierto emocional?». Es difícil no pensar que un comentario así equivale a un «olvidémonos de cualquier revolución».

Una frontera cósmica

Como a veces sucede cuando se construye un relato apasionado a favor de una tesis, hay veces en que la defensa de las propias posiciones va más lejos de lo razonable y también se termina dejando al descubierto cuáles son los objetivos últimos.

El afán de romper el encierro de las mujeres en los harenes —algo que no se debe a la religión musulmana sino que ha sido promovido por los hombres para, «en gran medida, impedir que se hiciesen demasiado listas», según afirma la madre—, y de crear un mundo sin fronteras y sin muros, se subraya en el cierre del libro con un contundente diálogo entre la narradora y Mina, una mujer ya mayor a la que admira.

Mina le dice que la falta de comprensión entre hombres y mujeres en el mundo se inicia «cuando se separa a las niñas de los niños en los baños». Y Mina insiste, además, en que cuando eso sucede, «una frontera cósmica divide el planeta en dos. La frontera señala la línea de poder, porque dondequiera que haya una frontera, hay dos clases de criaturas que caminan por la tierra de Alá: de un lado, los poderosos, y, de otro, los impotentes.

Pregunté a Mina cómo sabría yo en qué lado estaba. Su respuesta fue rápida, breve y clarísima:

—Si no puedes salir, estás en el lado de los impotentes».

Tener o no tener poder, esa parece ser la cuestión.


17 mayo, 2013
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