WYSS, Johann David y Johann Rudolf

WYSS, Johann David y Johann RudolfAutores
 

Escritores suizos. Johann David (1743-1818), nació en Berna, fue predicador rural y luego párroco en Berna, y murió en Könitz. Johann Rudolf (1781-1830), fue su segundo hijo, nació y murió en Berna, fue profesor de filosofía y bibliotecario en la universidad de la misma ciudad.


El Robinsón suizo
Madrid: Espasa, 1998; 269 pp.; trad. de Ángel Cabrera; ISBN: 84-239-9280-2. Nueva edición en Barcelona: Literatura Random House, 2015; 352 pp.; col. Grandes Clásicos; ilust. de Becca Stadtlander; trad. de Ángel Cabrera; ISBN: 978-8439730477. [Vista del libro en amazon.es]

Una familia suiza naufraga y acaba en una isla desierta. Allí se instalan, como si de unas vacaciones se tratara, y bautizan su destino como Nueva Suiza.



Esta novela de acontecimientos extraordinarios, fantasía desbocada y sentido práctico, tuvo que nacer en Suiza, patria de grandes pedagogos, y tuvo que ver la luz en pleno auge del Romanticismo. Su origen fueron las páginas escritas por Johann David Wyss para sus hijos; fue ilustrada por su hijo mayor, Johann Enmanuel y retocada y enviada a la imprenta por el segundo, Johann Rudolf.

El impacto enorme que causó fue debido a que daba varias vueltas de tuerca más a las novelas robinsonianas, entonces en auge. Así, era una exposición de todo un parque natural con descripciones minuciosas de animales y plantas; por primera vez se daba gran protagonismo a los chicos, como años más tarde haría VERNE en Dos años de vacaciones; el mismo planteamiento encerraba grandes posibilidades para la ironía, algo que también explotaría Verne con Escuela de Robinsones. Un importante factor para su popularidad fue la gran aceptación que tuvo en EE.UU.: desde que se tradujo por primera vez al inglés, en 1814, se editó y reeditó numerosísimas veces, no siempre con el respeto debido a la venerable edad del libro.

El procedimiento de los esquimales

Como muestra del espíritu positivo y amable que recorre todo el relato, véase cómo explica Federico a su padre una escapada que hizo: «Ante todo, querido padre, debo rogarte que me perdones por haberme marchado sin tu autoridad, pero hace tiempo que deseaba reconocer las peñas en que maté la morsa y otros lugares todavía desconocidos, y si me lo hubierais prohibido no habría sabido desobedecerte».

El fecundísimo ingenio y la exhaustiva preparación de los náufragos suizos de aquél tiempo, queda de manifiesto cuando preguntan a Federico cómo ha podido arreglárselas para traer tanta carga en una canoa tan pequeña, y el chico responde, como si nada, «pensé en el procedimiento que, en tales casos, emplean los esquimales, y que consiste en introducir aire entre el cuero y la carne del animal para que se infle y flote en el agua».


29 septiembre, 2009
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