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LIAO, Jimmy

Extraordinarios álbumes, o novelas gráficas, que tienen gran riqueza visual, una concepción ambiciosa, y una realización detallista. Todos comparten ideas de fondo en los argumentos —la soledad, la necesidad de comunicación, la nostalgia…—, así como el modo poético y evocador de abordarlas gráficamente. Todos presentan personajes humanos con un cierto parecido gráfico a los de Jean Sempé [1], tanto en el dibujo individual como en los momentos donde se ven grupos o multitudes. Argumentalmente son historias claras y ordenadas Desencuentros y La noche estrellada; de otra manera, es también lineal La piedra azul; en cambio, El sonido de los colores no tiene la intención de contar un relato sino de mostrar un mundo interior. Los libros suelen comenzar con textos que aclaran un poco las intenciones de Liao: poemas de Wislawa Szymborska en El sonido de los colores y Desencuentros, o textos del propio autor.

La primera historia está dedicada a los poetas. El poema con el que se abre habla de que es una gran suerte no saber del todo en qué mundo se vive. Se cierra con otro poema de Rilke titulado La ciega en el que se dice que, para la protagonista, todos los colores se traducen en sonidos y olores. Las imágenes van acompañadas de textos en primera persona que son preguntas que se hace a sí misma la protagonista, un poco como la de Noche de tormenta [2], o comentarios sobre su percepción del mundo.

La piedra azul, que el autor dedica a sus padres, habla del desarraigo y de la nostalgia insaciable del hogar al que uno pertenece. También se presenta como una búsqueda, con frecuencia infructuosa, de quien nos complementa; y como un subrayado de que con el paso del tiempo seguimos siendo los mismos, no importa qué transformaciones suframos.

El poema del comienzo de Desencuentros menciona lo hermosa que es la seguridad pero que la inseguridad es más hermosa todavía, y toda la historia es como una reflexión sobre la belleza poética de la búsqueda. Con tipos de letra distintos, las ilustraciones llevan una fecha e indicaciones del tiempo atmosférico por un lado y, no siempre, van acompañadas de textos mínimos que dicen algo de lo que hacen o sienten los protagonistas. Los protagonistas aparecieron en Los sonidos de los colores fugazmente y, en una de las imágenes que representa su alejamiento, se ven separados por la misma piedra azul del segundo álbum.

En La noche estrellada, el autor da una primera pista de qué pretende con su libro en la dedicatoria: «Dedicado a los niños que no logran sintonizar con el mundo». Y una segunda en el texto que va en su primera página, sobre fondo negro: «Levanta la cabeza y mira la noche estrellada: El mundo se transforma prodigiosamente». Es un relato reflexivo en el que se presenta el mundo interior de la narradora y donde se ve bien cómo se interrelacionan sus sueños y sus inquietudes. El autor comunica sentimientos e información enmarcando las escenas de distinto modo; usando el recurso de presentar el mismo escenario en otra época o cuando los personajes están con otro ánimo; combinando momentos realistas, como el de unos chicos abusando del vecino de la protagonista en un callejón solitario, con otros de fantasía, como el de la irrupción de un dragón en la escena posterior. El lenguaje no está recargado: su laconismo deja el peso a las imágenes, la gran fuerza de Liao.

Mundos imaginativos ricos

El comentario a estos álbumes podría ser muy extenso. Sin que falten detalles simpáticos y guiños humorísticos, en general se puede decir que el autor tiene querencia tanto por mostrar la soledad en medio de la ciudad como por mostrar la belleza de algunos momentos de felicidad interior o de paisajes de alrededor. Hay escenas que acentúan lo primero: las estaciones de trenes vacías, las de trenes que pasan con personajes al otro lado de las ventanillas, las multitudes ruidosas y festivas donde sin embargo algo falta… Y otras lo segundo: la chica ciega tomando el sol en el lomo de una ballena, los protagonistas de Desencuentros charlando felices mientras se acerca la tormenta, entre muchas otras.

En El sonido de los colores se puede hacer notar la contraposición entre una de las primeras imágenes, en la que la protagonista está entrando en una boca de metro contra un fondo de colores difusos, con una del final cuando sale de otra boca y se ve rodeada por una especie de gran vidriera colorista de perfiles netos. También, además de que seguramente la historia contiene referencias visuales y culturales al mundo oriental, hay alusiones a pintores como Matisse, a obras como El Mago de Oz [3], a ilustradores como Chris VAN ALLSBURG [4]… Al final, el lector acaba fascinado por la chica protagonista, por su descubrimiento del mundo y su rico mundo imaginativo en continua expansión.

Casi al principio de Desencuentros hay una doble página con ilustraciones de las habitaciones de los protagonistas, que dan idea de sus modos de ser, de sus vidas, y en las que aparecen elementos que veremos y que evolucionarán coherentemente a lo largo del relato. Es sensacional cómo las ilustraciones representan sus ansiedades, sus mundos imaginativos y sus sueños; algunas con cada uno de los protagonistas, otras con los dos al tiempo cuando se nos muestra cómo se cruzan pero no se encuentran. Resultan magistrales la doble página donde se ven los números de teléfono emborronados, las distintas representaciones de la soledad en medio de la ciudad, las escenas que muestran la transformación de los lugares de los encuentros anteriores de los protagonistas…

El mismo título y el momento central de La noche estrellada se refiere a un cuadro de Van Gogh. Hay también otras referencias a cuadros, también de Van Gogh y varios de Magritte. Más que en los otros relatos citados, hay en este momentos centrales en cada una de las partes y en el conjunto de la historia, como la maravillosa noche estrellada que actúa como una revelación para los protagonistas, y una doble página que a su vez se despliega doblemente para provocar un impacto inesperado en la protagonista y en el lector.

Otros álbumes propios: Secretos en el bosque [5], Hermosa soledad [5], Esconderse en un rincón del mundo [6], El pez que sonreía [7], Soy feliz [8], No soy perfecta [9], Abrazos [10], La luna se olvidó [11], Ojalá pudiera formular un deseo [12], ¿Verdad o mentira? [13]

Otros álbumes: El monstruo que se comió la oscuridad [14], con texto de Joyce Dunbar; La campeona mundial de mantenerse despierta [15], con texto de Sean Taylor [16]; Filbert, el diablillo bueno [17], de Hiawyn Oram [18].