BECKMANN, Thea

BECKMANN, TheaAutores
 

Escritora holandesa. 1923-2004. Nació en Rotterdam. Casada, cuando sus tres hijos fueron mayores, estudió psicología en la Universidad de Utrecht, y escribió algunas novelas. Falleció en Bunnik.


Cruzada en jeans
Madrid: SM, 1997, 22ª ed.; 239 pp.; col. Gran Angular; trad. de Guillermo Solana; ISBN: 84-348-1139-1. Nueva edición en 2005; 240 pp.; ISBN: 978-8434811393. [Vista del libro en amazon.es]

Un chico holandés de quince años, Rudolf Hefting, es transportado mediante un alocado experimento al año 1212. Un error de cálculo lo sitúa en medio de la Cruzada de los Niños. Una vez allí, Rudolf se da cuenta de que «era más fuerte, sabía más y era más hábil que cualquiera» de los niños que componían la Cruzada; «además, parecían impresionados por su complexión y seguridad», por lo que Dolf acaba siendo el conductor de aquella expedición. Atraviesan media Europa hasta las costas de Italia, sufren la peste, participan en algunas batallas… En los amigos que hace, Dolf llega a «experimentar un profundo respeto por la lealtad de estas magníficas gentes de la Edad Media».



La autora monta una trama ágil sobre una respetuosa reconstrucción histórica. Aceptado el inicio, y una vez que Dolf aterriza en otra época, resultan equilibradas las comparaciones entre la Edad Media y nuestro siglo. El narrador indica que Dolf, en su papel de líder de la Cruzada, «había aportado del siglo XX algo completamente desconocido para estos chicos: un sentido de la responsabilidad, una conciencia social. Para él, todos los hombres eran iguales. No hacía distinción entre siervos y nobles, libres y esclavos, ciudadanos y parias. Juzgaba a cada chico según sus méritos y confiaba las tareas a quienes consideraba aptos para realizarlas».

A Dolf le sorprende que hubiera personas tan buenas que «sin titubear atribuían a Dios o al diablo sus más profundas emociones, sus deseos de venganza o sus ilusiones». Cuando su comportamiento levanta sospechas y teme ser condenado por herejía, el narrador aclara que «si hubiera conocido un poco mejor la mentalidad medieval no se habría sentido tan preocupado. Habría sabido que podía contar con la inquebrantable lealtad de sus amigos, una lealtad que mantendrían a pesar de las supersticiones y los miedos y aún con peligro de sus propias vidas. Pero Dolf era un muchacho del siglo XX, época en que imperaban el oportunismo y la perfidia, se violaba con facilidad una palabra dada o un juramento solemne y se apreciaba poco la amistad y la solidaridad».


30 abril, 2008
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