GAUDÉ, Laurent

GAUDÉ, LaurentAutores
 

Escritor francés. 1972-. Nació en París. Licenciado en Letras Modernas, doctor en Estudios Teatrales. Autor de obras teatrales, la primera en 1999, y de varias novelas.


El legado del rey Tsongor
Barcelona: Salamandra, 2003; 221 pp.; col. Narrativa; trad. de José Antonio Soriano Marco; ISBN: 84-7888-817-9.

En el imaginario reino africano de Massaba todo está preparado para la boda inminente de Samilia, la hija del poderoso rey Tsongor. Se presentan a la vez su pretendiente oficial, el príncipe Kuame, y Sango Kerin, un compañero de juegos a quien la chica había prometido en la infancia que se casaría con él, y que vuelve como un gran príncipe nómada, al frente de un poderoso ejército. El rey Tsongor, con un terrible pasado de violencia a sus espaldas, ve la guerra que se avecina y, como no sabe arreglarlo de otro modo, se suicida. Antes hace dos encargos: uno a su ayudante Katabolonga, el portador del taburete real, y otro a Suba, su hijo menor. El primero solo podrá cumplir un rito que le permitirá descansar en paz una vez que todo acabe. El segundo es enviado por todo el país para construir siete tumbas que digan a la posteridad quién fue su padre.



Si en un mundo básicamente cristiano la violencia se detiene gracias al reconocimiento por parte de muchos de la necesidad del perdón, donde tal convicción no existe la violencia es imparable y crece hasta destruirlo absolutamente todo. De esto trata esta novela, excepcional por su calidad narrativa y su categoría literaria, e impresionante por su inusual profundidad humana. En ella su autor se ha propuesto desvelar la lógica de la violencia sin hacer fáciles concesiones.

No es la historia de Troya, por más que la guerra se desencadene a causa de una mujer y aunque las batallas que se libran puedan calificarse de homéricas. Tampoco es equiparable a Macbeth o El Rey Lear, aunque la crueldad de las venganzas y algunos diálogos sobrecogedores tengan fortísimas resonancias shakespearianas. Por supuesto, no tiene nada que ver con los cantares de gesta, pues las acciones violentas de los héroes se presentan con toda desnudez y salvajismo, pero sí comparte con aquellos una fuerza épica sobrecogedora.

Prácticamente todas las piezas ajustan bien: el comienzo es hipnótico, las descripciones son ricas y exactas y nunca son enfáticas, el lenguaje tiene gran sonoridad pero no es artificial y resulta perfecto para el tipo de historia que se cuenta, la tensión es continua y va en aumento, los personajes principales están bien retratados y muchos secundarios que van surgiendo tienen una fuerza increíble. Quizá el único punto débil, la única concesión al sentimentalismo que se permite Gaudé, está en el tratamiento final que concede a Samilia, que pasa de ser un personaje tan culpable como los demás a ser presentada como si fuera ella la víctima expiatoria.

Con todo, es un fallo argumental menor pues el encadenamiento de los sucesos no es arbitrario y conduce a una explicitación completa de la tesis básica: la violencia impone siempre su propia lógica y lo incendia todo hasta que no queda nada. Y es que, «después del primer muerto, después del primer hombre que vengar», ya no importan los motivos anteriores: la sangre llama siempre a la sangre.

Otras novelas: El sol de los Scorta, Eldorado, La puerta de los infiernos.


14 diciembre, 2006
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