HEYERDAHL, Thor

HEYERDAHL, ThorAutores
 

Escritor noruego. 1914-2002. Nació en Larvik. Se licenció en Zoología y Geografía en la Universidad de Oslo. Después de pasar su luna de miel en islas de la Polinesia, decidió emprender la expedición de la Kon-Tiki. Años más tarde llevó a cabo otras aventuras parecidas, que también relató en libros-reportaje de gran éxito. Falleció en Oslo.


La expedición de la Kon-Tiki
Barcelona: Juventud, 1991, 9ª ed.; 223 pp.; col. Z; trad. de Armando Revoredo; ISBN: 84-261-0758-3.

Los primeros europeos descubrieron las islas de los mares del Sur en 1772. Desde aquel tiempo, y además de los misteriosos monolitos de la isla de Pascua, se fueron acumulando indicios que hacían sospechar que sus pobladores podían proceder de una migración desde las costas de América del Sur. Como, indica Heyerdahl, «donde se detuvo la ciencia empezó la imaginación», era necesario contrastar la posibilidad de esa teoría. Con ese fin, Heyerdahl organizó una expedición para reproducir el posible itinerario de los navegantes en balsas del pasado que, zarpando desde la costa central del Perú, e impulsados por los vientos alisios y por las corrientes oceánicas, habrían alcanzado las islas polinesias. Él y sus cinco compañeros, cuatro compatriotas noruegos y un sueco, construyeron una balsa con los mismos materiales y de las mismas características que habrían tenido entonces, y emprendieron el viaje con iguales instrumentos de navegación a los de aquella época.


Aku-Aku
Barcelona: Juventud, 1994; 416 pp.; col. Universal; trad. de Antonio Ribera; ISBN: 84-261-2815-7.

Estudio de las distintas civilizaciones que se sucedieron en la isla de Pascua.


Las expediciones Ra
Barcelona: Juventud, 1991; 336 pp.; col. Viajes y aventura; trad. de Luis de la Sierra; ISBN: 84-261-1229-3.

Expediciones a través del Atlántico en las embarcaciones de papiro Ra 1 y Ra 2.



En La expedición de la Kon-Tiki, con precisión de etnólogo y con amenidad de aventurero, Heyerdahl describe las circunstancias y los incidentes de la preparación y del transcurso de los noventa y siete días de navegación: desde sus dificultades para adaptarse a un navío tan rudimentario —«nunca llegamos a aprender el arte de movernos sobre la balsa con soltura, pues tan pronto cabeceaba como balanceaba»—, hasta su encuentro con el tiburón-ballena, de diecisiete metros de largo y quince mil quilos de peso.

Al hilo de la narración lineal de la travesía, Heyerdahl va señalando que los conocimientos disponibles sobre la cultura polinesia avalan sus teorías: «Los viejos polinesios eran grandes navegantes. Se orientaban de día por el sol y de noche por las estrellas. […] Un buen navegante en la antigua Polinesia sabía perfectamente en qué parte del cielo debían levantarse las diversas constelaciones y dónde estarían a diferentes horas de la noche, en las distintas épocas del año». Al mismo tiempo, el autor hace partícipe al lector de sus sentimientos: de noche, «el mundo era simple: estrellas en la oscuridad. Que fuera el año 1947 antes o después de Cristo, pronto careció de significado alguno. […] Nos dábamos cuenta de que para los hombres anteriores a la época de la técnica, la vida había sido también plena e intensa; en realidad, más llena y más rica en muchos aspectos que la vida del hombre moderno». Y, sobre todo, Heyerdahl contagia la pasión entusiasta que los expedicionarios sienten, al principio estimulada por la esperanza, y al final por la «sensación de triunfo sobre los elementos y el júbilo de la victoria», que hace renacer unas fuerzas casi agotadas.

Otros libros de Heyerdahl, como Aku-Aku y Las expediciones Ra, unen de igual modo ciencia y acción, a la vez que presentan una sucesión de incidentes y personajes inolvidables, tienen también todo el atractivo de las mejores novelas de aventuras.


6 febrero, 2006
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