Una voz escondida

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Una voz escondida

Termino ya con la serie de relatos con amigos imaginarios, esta vez con una novela que me ha recordado a los muchos personajes tipo Pepito Grillo que hay en la LIJ, y a los tebeos de la infancia en los que un personaje tenía un angelito bueno en un hombro y otro malo en el otro: Una voz escondida, de la iraní Parinoush Saniee.

Tiene lugar en Irán y comienza el año 2002. Su protagonista, y en muchos momentos narrador, es Shahab es un niño de cinco años que no habla: los médicos dicen que no le ocurre nada y así lo piensa su madre también, pero no así su padre y el resto de su familia. Shahab no se siente querido por su padre y este no solo no le muestra ninguna clase de afecto sino que se irrita continuamente con él —«yo, por muy pequeño que fuese, comprendía con total claridad cuál era la situación»— y de ahí que decida no hablar y mentalmente siempre se refiera a su padre como «el padre de Arash», su hermano mayor. Como represalias a cosas que ve injustas, Shahab hace fuertes travesuras ocultas que su madre procura encubrir, pues comprende un poco lo que pasa por su interior. Se sucederán los incidentes —tensiones entre su madre y su padre, insatisfacción de su madre por no poder ejercer su carrera, relaciones con un primo que se burla de Shahab, una prima que tiene un embarazo y la madre de Shahab le facilita que aborte…—. Todo cambiará cuando su abuela pase una temporada en su casa: es la primera que le reconoce su derecho a enfadarse y la primera que le dice que «en tu lugar, yo tampoco hablaría».

La narración se cuenta desde varios puntos de vista. El más importante es el de Shahab, que describe con mucho detalle (demasiado para ser verosímil) su mundo interior de entonces —sabremos al final que cuenta las cosas cuando ya es universitario—. Nos habla de sus amigos imaginarios, Asi el malo, que le azuza en sus trastadas, y Babi el bueno, que intenta calmarle, que fueron su único refugio durante mucho tiempo. El autoritarismo irracional y los comentarios insensibles del padre de Shahab, igual que los comportamientos de otros familiares, llevan de la mano al lector a ponerse del lado del chico y a gozar con Así cuando alguien recibe su merecido. El telón de fondo social también resulta más que agobiante pero, por lo que yo he podido entender, en esta novela no es más que eso, un telón de fondo, y me parece un tanto excesivo atribuir un significado de crítica política a la mudez de Shahab.

En general se dibujan bien los conflictos familiares, tanto los de la familia de Shahab como los de la gritona familia de su padre. Es una muestra de honradez que, al final, la novela reparta críticas a unos y otros sin cargar sólo la mano en el padre (o en otros varones energúmenos: se supone que la chica que aborta lo hace por temor a la reacción futura de su padre y de su hermano…). Así, cuando la madre de Shahab le dice a la abuela, su madre, que «he estudiado mucho, pero al final he acabado siendo ama de casa, exactamente igual que las mujeres de hace un siglo», la abuela Bibi estalla: «A tus hijos no les pasa nada. Los problemas los tenéis vosotros. Unos padres ariscos tienen hijos ariscos. Esos niños recogen lo que sembráis. (…) Los ancianos, aunque no habíamos estudiado tanto como vosotros, manteníamos una relación más sencilla con nuestros hijos. Tenían menos problemas, crecían de una forma más natural. ¿Sabes qué pasa? El que escribe su historia tirando de corazón no necesita libros ni cuadernos».

Parinoush Saniee. Una voz escondida (Pedar-e aan digari, 2004). Barcelona: Salamandra, 2016; 267 pp.; trad. del italiano de Carlos Mayor; ISBN: 978-84-9838-738-4. [Vista del libro en amazon.es]

 

10 marzo, 2017
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