Dice Jacqueline de Romilly en ¿Por qué Grecia? que «respiramos el aire de Grecia, sin saberlo, a cada instante». Y se plantea, en un ensayo denso y ameno, sólo posible después de una vida dedicada al estudio de estas cuestiones, qué cualidades hacen tan singular el siglo V ateniense antes de Jesucristo, el siglo que «inventó la democracia y la reflexión política. Creó la tragedia y, en menos de cien años, vio como se sucedían los tres únicos autores que conocieron la posteridad: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Dio forma a la comedia con Aristófanes. Fue testigo de la invención de la historia, primero con Herodoto (…), después con Tucídides. Presenció la construcción de la Acrópolis ateniense y las estatuas de Fidias. Fue el siglo de Sócrates. (…) Se conocían entonces los progresos de una nueva medicina, científica y basada en la observación: la de un tal Hipócrates». Concluye Romilly que «algo ocurrió en el siglo V a.C. que iba por delante de la inteligencia y la sensibilidad humanas», algo que no es sólo una cuestión de calidad en los textos.
«La Grecia de entonces no inventó nada tan directo y afectivo como el amor cristiano que engloba a todas las criaturas en nombre del mensaje de Cristo, pero su aspiración a lo universal le hizo encontrar en la cualidad común de los hombres la fuente de una comunicación fraterna; la conciencia de ser hombre hace que éste “se ponga en el lugar” de los demás hombres». Este es el gran logro de Grecia: el acierto en formular las aspiraciones de los hombres a lo universal, a lo que concierne a todos los hombres de todas las épocas de todos los lugares. En el caso de Antígona, «de escena en escena se multiplican los debates, como si se trataran de apreciar todas las facetas que puede presentar la interpretación moral de una sola y única acción». Al apelar a las leyes no escritas de los dioses para discutir la legitimidad del decreto de Creonte que le prohibía enterrar a su hermano, Antígona proclama la existencia de un criterio de justicia más universal que las convenciones que rigen la vida de la ciudad.
Jacqueline de Romilly busca y consigue que, una vez cerrado su libro, el lector tenga ganas de acudir a bucear en los textos originales.
Jacqueline de Romilly. ¿Por qué Grecia? (Pourquoi la Grèce?, 1992). Madrid: Debate, 1997; 264 pp.; col. Temas de Debate; trad. de Olivia Bandrés; ISBN: 84-8306-049-3. [Vista del libro en amazon.es]