En un libro citado pocas semanas atrás, Somerset Maugham decía que «la historia de la moral humana está muy bien expuesta a la luz en el transcurso de la literatura. El escritor, cualquiera que sea el tema de que se trata, expone el código moral de su época. Éste es el grave defecto de las novelas históricas. Los personajes, mientras realizan actos que son históricos, se comportan de acuerdo con las normas morales del tiempo del escritor. La inconsecuencia es obvia».
Se me ocurrió poner esa cita con relación a dos libros a los que tal juicio no se les puede aplicar por estar completamente pegados a lo que narran, y de los cuales he puesto recientemente datos de nuevas ediciones: el gran reportaje periodístico Hiroshima de John Hersey, y el relato breve de Vercors titulado El silencio del mar. Por cierto, al leer el prólogo a este último libro me he dado cuenta de que debía añadir y modificar datos, cosa que he hecho, en Reventones y alambretes, de Andre Maurois.