Explica Etienne Gilson en Pintura y realidad que, con frecuencia, adoptamos un punto de vista, que cabría llamar literario, acerca del arte: el de que si algo no tiene valor como documento histórico no tiene valor como arte. Y nada es menos evidente que esto.
«Es natural que un amante del arte tenga interés por la vida de los artistas, la historia de la pintura, el desarrollo de las distintas escuelas de pintores, los problemas estéticos relativos al arte en general y a la pintura en particular. Todo esto es natural, pero nada de ello es necesario. Por encima de todo, no se debería dejar que nada de esto adquiriera preferencia sobre la sustancia misma del arte. Esta es la razón última por la que sugerimos, en cuanto concierne al arte, que los problemas de autenticidad son secundarios en su importancia y habría que relegarlos a su lugar apropiado. Son puramente accidentales a la realidad sustancial de la pintura».
Conviene reflexionar acerca de que, dentro del conjunto de impresiones que nos causa una obra de arte, sólo un pequeño número de ellas se refieren de verdad al arte como tal y que, «si se considera una pintura como un medio para un fin distinto al de su contemplación, no se la ve como obra de arte». Es decir, que si se la ve como mercancía, como una inversión, también como un objeto del que hablar o como documento histórico, «el fin de la obra de arte queda fuera de ella; en el dinero, en la conferencia que hay que dar, en el artículo o libro que escribir, en todos estos casos la obra de arte será usada como medio para otro fin, dejará de actuar como obra de arte».
En general, la cuestión está en que los cuadros habilitan al espíritu para hablar al espíritu, y no al conocimiento para hablar al conocimiento. Un cuadro es un puente precisamente porque no enseña, no explica, no habla; es, simplemente, una cosa más entre las cosas. Es decir, la pintura nos pone delante realidades sobre las que meditar. Se podría decir que nos hace mirar mejor o, como dice Klee: «el arte no traduce lo visible; más bien lo hace visible», nos hace verdaderamente visible lo visible, podríamos decir.
Étienne Gilson. Pintura y Realidad (Painting and Reality, 1957). Pamplona: Eunsa, 2000; 398 pp.; col. Cátedra Félix Huarte; trad. del inglés de Manuel Fuentes Senot, versión actualizada de Rosa Fernández Urtasun; ISBN: 84-313-1767-1. [Vista del libro en amazon.es]