Lo malo de muchas novelas juveniles de hoy es su pretenciosidad. Por eso gusta encontrar una novela como El hombre que quería recordar, de Andrea Ferrari, un relato ameno, bien armado, contado con argentinismos coloquiales que, al menos para un lector como yo, lo hacen más atractivo. No es excepcional pero está bien pues es justo lo que dice ser.
4 noviembre, 2005