La monumental biografía de John Henry Newman, de Ian Ker, que acabo de terminar, me ha parecido un gran trabajo que da cuenta de la grandeza del personaje. En ella se aclara su empeño por ser siempre coherente a pesar de las dificultades que le ocasionó, tanto con motivo de su conversión como, luego, en el interior de la Iglesia Católica. Debo decir, eso sí, que la gran atención que pone Ker para dilucidar cada paso intelectual que va dando Newman, y para determinar por qué cada polémica en la que se vio involucrado siguió el rumbo que siguió, no lo hacen un libro de lectura cómoda para cualquiera. La buena edición se ve afeada por las inconsistencias que, a veces, se dan en el uso de los tiempos verbales —en parte debido al entrelazamiento continuo de citas—, y por algunas erratas.
Me ha interesado comprobar —y Ker lo subraya varias veces— que la capacidad para el sarcasmo de Newman era comparable con la de Dickens. En un momento dado se afirma que «si Dickens caricaturizó el materialismo y la presuntuosidad de la gran clase media victoriana y Arnold se burló de su superficialidad cultural, Newman satirizó su provincianismo religioso y su poca profundidad espiritual. Pero, al igual que Arnold y Dickens, la dureza de Newman es únicamente posible y tolerable en virtud del orgullo que él tiene de ser inglés». Él mismo decía que la suya era una crítica eficaz porque «procede de la propia familia».
Es una buena muestra de su sentido irónico la referencia que hace a «la célebre frase ¡Oh, Verdad, cuántas mentiras se han dicho en tu nombre!». Para señalar su finura en los debates intelectuales, dice Ker que Newman pensaba que «utilizar apelativos e imputar motivos es tan malo como ‘utilizar armas envenenadas en la guerra’»; que «’el abuso es un error tan grande en la controversia como el panegírico en una biografía’. Es una táctica equivocada, ‘como si cargaras con cuidado tu arma y luego pusieras gotas de agua en la mecha’. El abuso, después de todo, es ‘una acusación sin pruebas, o condenar antes de probar, y tal proceso de poner el carro antes del caballo significa autoderrotarse’». En otra ocasión, a un crítico le decía que «nuestro debate no es bueno; es como una pelea entre un perro y un pez, estamos en elementos diferentes».
Ian Ker. John Henry Newman. Una biografía (John Henry Newman – A Biography, 1989). Madrid: Palabra, 2010; 795 pp.; col. Ayer y Hoy de la historia; trad. de Rosario Athlé y Josefina Santana; ISBN: 978-84-9840-282-7.