El caso de la sirvienta desaparecida, de Tarquin Hall, es el primer libro de una serie cuyo protagonista es el detective indio Vish Puri, jefe y director de Investigadores Sumamente Privados. Es un relato francamente divertido, que describe con viveza el mundo abigarrado, ruidoso y oloroso, donde viven sus personajes, y que recoge bien los contrastes que se dan allí entre lo moderno y lo tradicional. La novela presenta tres casos a la vez. El más importante es el de una chica que desaparece de la casa de un famoso abogado que parece ser el culpable. Otro es el de un tipo imperioso que recurre a Puri para que averigüe datos comprometedores del futuro esposo de su nieta para poder anular la boda. Otro es un atentado que sufre Puri, al que disparan cuando está en la terraza de su propia casa, pero en este caso es su madre, Mummy, la que decide investigar sin que su hijo lo sepa.
Una parte del atractivo de la novela está en el protagonista. Su aspecto no es atrayente —su mujer y amigos le llaman Gordinflón— y tiene gran debilidad por los picantes y por comidas que no le convienen. Pero no tiene pereza para moverse, su autocontrol en las situaciones complicadas es notable, y su deseo de combatir la corrupción que asola su país es tan enorme como el desdén que siente por sus medios de comunicación. Además, tiene grandes dotes organizativas, entusiasmo por los disfraces, y unos empleados eficientes como Cisterna (nombre que proviene de que fue el primero de su pueblo que tuvo una cisterna en su casa), Crema Facial (una chica espía), Freno de Mano (su chófer), o una leal secretaria llamada Elizabeth Rani, una de cuyas competencias extraoficiales, se nos dice, era la de «escuchar pacientemente las explicaciones de Puri y, de vez en cuando, enviarle un amable masaje a su ego».
El otro punto fuerte es la variedad y el colorido de los escenarios por donde se mueven Puri y sus colaboradores (un aspecto que asemeja la serie con la de Precious Ramotswe). Aquí y allá van dándose toques ambientales interesantes como, por ejemplo, cuando se indica que Mummy, «igual que muchos indios, tenía un don para recordar los números»: bastaba con que le preguntaban por un número y parecía como si viera los números flotando delante de los ojos. Además, no faltan comparaciones útiles: se nos dice que «las similitudes entre el sistema legal indio y la cancillería, tal como se describe en Casa desolada, de Dickens, eran asombrosas»; o se nos informa de que Puri desprecia a Sherlock Holmes por la sencilla razón de que Holmes no reconoció nunca la autoridad del antiguo sabio indio Chanakya, el primer maestro espía del mundo y el autor del primer tratado del arte de gobernar.
A lo largo del relato también se anuncian casos, que ya resolvió en el pasado Puri, tal vez porque el autor piensa en futuras novelas, o tal vez, simplemente, porque algunos dan idea del personaje y sus hazañas. El que más me ha llamado la atención, «el atentado más ingenioso [que Puri había sufrido en el pasado,] lo había orquestado un astuto asesino (un naturalista de profesión) que trabajaba en el parque Assam’s Kaziranga: había pulverizado la ropa de Puri con una feromona que atraía a los rinocerontes».
Tarquin Hall. El caso de la sirvienta desaparecida (The case of the missing servant, 2009). Barcelona: Rocaeditorial, 2009; 282 pp.; trad. de Carol Isern; ISBN: 978-84-9918-012-0.