Bajo cielos inmensos

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Bajo cielos inmensos

Dos novelas del Oeste cuyos protagonistas principales son «mountain men»: Bajo cielos inmensos, de Alfred Bertram Guthrie, y El trampero, de Vardis Fisher. Los «mountain men» o tramperos, de los que hubo varios miles en los territorios del Oeste de Norteamérica durante las primeras décadas del siglo XIX, fueron cazadores expertos, vendedores de pieles, exploradores también, cuya relación con los indios era en ocasiones amistosa y a veces conflictiva. Para el protagonista de la segunda historia que dije arriba, «matar indios sólo significaba apartar cosas que se interponían en su camino» y, si hacemos caso al narrador de la misma novela, parece ser que «la mayoría de los tramperos odiaban a todos los indios y por encima de todas sus leyes de tramperos se encontraba el axioma de que el único indio bueno era el indio muerto… Y no sólo muerto, sino con los huesos mondos por cuervos y lobos».

A. B. Guthrie, Jr., fue periodista y escritor, autor del guión para la película Shane, comenzó una serie de novelas con la titulada Bajo cielos inmensos. Se ambienta en Montana, en los años 30, y su protagonista es Boone Caudill, un chico de diecisiete años que, después de una violenta pelea con su padre, huye de su granja de Kentucky. Su intención es ir al encuentro de su tío Zeb Calloway, un «mountain man». En el camino, Boone se hace amigo de otro chico, Jim Deakins, que acaba uniéndose a él. Ambos terminarán trabajando para un traficante de pieles que desea llegar, remontando el río Missouri en una barcaza, a los territorios de los Pies Negros para comerciar con ellos. Viajarán con un experto cazador llamado Dick Summers, que se convierte en su modelo y mentor, y con una chica india muy joven, que primero huirá y a la que, más adelante, Boone buscará para que sea su mujer.

La novela se centra en el aprendizaje de Boone, un chico de grandes cualidades para la caza y para la lucha, pero de temperamento tumultuoso a quien con frecuencia tienen que intentar frenar sus amigos: «Disparando a los búfalos, o atrapando castores, o luchando contra osos, Boone era tan bueno como el que más, pero con la gente era distinto. No sabía contar chistes, ni soltar o encajar bromas, ni ver las cosas desde distintos puntos de vista, ni buscar diversión en lugar de problemas. Lo único que sabía era tirar hacia delante. En ocasiones, cuando estaba a punto de meterse en algún lío por no pararse a pensar, una pequeña frase, dicha como de pasada, le hacía recobrar el sentido y lo calmaba, o al menos lo contenía. Jim suponía que Boone estaba agradecido, como lo estaría un chico que carecía de las palabras para decirlo».

Igual que dije al comentar otras novelas del Oeste, esta también tiene interés para quienes disfrutamos con ellas. Está considerada una de las mejores, por supuesto de su autor pero también del género, pues está bien escrita, la historia y los personajes tienen fuerza, y la reconstrucción de ambientes y costumbres está cuidada. Ahora bien, quienes no tengan tanto afán por este tipo de historias deben saber que se puede hacer larga, que abundan las escenas de gran violencia, y que no es nada fácil empatizar con un héroe cuyo comportamiento se hace cada vez más bronco.

A. B. Guthrie, Jr. Bajo cielos inmensos (The Big Sky, 1947). Madrid: Valdemar, 2014; 528 pp.; col. Frontera; trad. de Marta Lila Murillo; ISBN: 978-8477027737. [Vista del libro en amazon.es]

12 agosto, 2016
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