Adam Zagajewski: «En cierta ocasión, dos sabios se encontraron en un claro del bosque. Hablaron de la miseria del mundo, de la civilización inhumana, de la catástrofe que había sufrido la vida interior de las personas, de la destrucción del sentimiento religioso. Coincidían casi por completo: la palabra de uno de ellos podría ser la palabra del otro. El silencio de uno era el silencio del otro. Condenaban lo que merecía ser condenado, y, no obstante la gravedad de la situación, secretamente casi se alegraban de no estar solos en este mundo atroz y desierto, de tenerse el uno al otro.
El primer desacuerdo salió a la luz por la tarde, tras el crepúsculo, cuando, despidiéndose con cordialidad y aprontándose a partir, se confiaron mutuamente sus planes.
—Yo vuelvo al desierto —dijo el primer sabio—; ayunaré, meditaré, despreciaré el mundo y leeré a los clásicos.
—Pues yo —repuso el segundo sabio— voy a Antioquía, me encontraré con la gente, la convenceré de mi (de nuestra) visión de las cosas, voy a pensar y a escribir, a publicar artículos y libros, y a lo mejor resulta que alguien los lee y puedo convencerlo y hacer que cambie.
El primer sabio lo miró con hostil desdén, con indisimulable desprecio, y desapareció en la oscuridad».
Adam Zagajewski. En la belleza ajena (W cudzym pięknie, 2000). Valencia: Pre-Textos, 2003; 248 pp.; col. Narrativa contemporánea; trad. de Angel Enrique Díaz-Pintado Hilario; ISBN: 84-8191-568-8.