«Eso es lo malo de los intelectuales, sólo quieren hablar de cosas serias cuando a ellos les apetece», se lamenta Holden Cauldfield, el protagonista de El guardián entre el centeno, hablando sobre esa clase de individuos a los que «no les gusta mantener una conversación a menos que sean ellos los que lleven la batuta. Siempre quieren que te calles cuando ellos se callan y que vuelvas a tu habitación cuando ellos quieren volver a su habitación». Son adultos que han olvidado cómo fueron ellos mismos y que no consideran relevante lo que ocupa la cabeza y el corazón de los jóvenes.
21 abril, 2005