El otro día me referí a una novela y una colección de relatos de Tim Gautreaux. Aparte de los dos libros que comentaba, vale la pena conocer otra recopilación de relatos recién publicada en castellano: Todo lo que vale.
Son once cuentos, todos de parecida extensión, unas veinte páginas, menos uno de unas diez, todos ellos de vida cotidiana en los ambientes habituales del autor, pueblos y lugares de Louisiana. En esta excelente reseña (que requiere suscripción), aparte de que se aplaude la traducción y la elección del título, Todo lo que vale, en vez de optar por una traducción literal que sería Soldadura con críos, se indica que hay en el libro seis piezas maestras: «Bailando con la mujer manca», «Resistencia», «Exceso de luz», «El afinador de pianos», «Mala sangre», «El Congreso de Escritores de Pine Oil».
A mí me han gustado especialmente dos que tratan de ancianos y niños: «Todo lo que vale», extraordinario, sobre un abuelo que, a la vista de lo abandonados que ve a sus nietos, decide hacer por ellos lo que está en su mano; y «Resistencia», donde un jubilado ve que a una niña vecina su padre la trata mal y busca la forma de ayudarla a realizar un trabajo de ciencias, un cuento enmarcado por un recuerdo que el protagonista tiene de su padre al principio y por una visita que hace a su tumba al final. También me han divertido dos que presentan a delincuentes de poca monta que intentan aprovecharse de ancianos débiles: «Presa fácil», sobre un tipo que asalta a una viejecita que vive sola, y «Mala sangre», sobre otro que se aprovecha de un hombre mayor que sufre amnesia para que le haga un trabajo costoso.
El narrador es siempre preciso, ve a todos sus personajes con comprensión, es sutil en los desenlaces y, en cualquier momento, da toques excelentes de agudeza o de humor. Por ejemplo, el protagonista de «El afinador de pianos» se acerca a una casa y recuerda a un viejo que se sentaba en una mecedora, en la galería, y «soltaba improperios a los coches que pasaban a toda velocidad por la carretera polvorienta, como si pudiera controlar el mundo con una palabra obscena». O, del protagonista de «Bailando con la mujer manca» se nos dice que, al ver el resentimiento de una joven profesora, primero pensó que «demasiadas historias de aquellas de odio a los hombres tenían que acabar deformando a cualquier mujer», pero luego pensó que tal vez la mujer había nacido infeliz, como su primo Ted, «que después de haber ganado noventa mil dólares en la lotería, tuvo que empezar a medicarse cuando se enteró de lo que le iban a quitar de impuestos».
Cualquier aspirante a escritor, o cualquier interesado en la escritura, agradecerá leer «El Congreso de Escritores de Pine Oil»: por un lado da idea de cómo construye y resuelve Gautreaux sus relatos; por otro es revelador lo que cuenta del funcionamiento de un congreso de escritores mediocres; y, además, el autor habla de cómo comprende la creación literaria: cuando un aspirante a escritor le dice a una experta que desea saber si es capaz de hacerlo bien, la experta le habla del «sentido del deber para con el propio talento» y lo apoya en que un pastor de su congregación «decía que quienes son capaces de hacer las cosas bien y no las hacen crean un vacío en el mundo que llenarán aquellos que son capaces de hacer las cosas mal y las hacen».
Tim Gautreaux. Todo lo que vale (Welding with Children, 1999). Madrid: La Huerta Grande, 2021; 256 pp.; col. Las Hespérides; trad. de José Gabriel Rodríguez Pazos; ISBN: 978-8417118754. [Vista del libro en amazon.es]