Andréi Tarkovski decía el año 1972: «El arte cinematográfico (…) se ha convertido en un arte conservador, pasivo. Constato que el noventa por ciento de las producciones persiguen objetivos comerciales, que tratan exclusivamente de agradar al espectador. (…) Los intentos de agradar al público, aceptando acríticamente sus gustos, sólo pueden significar que uno no tiene respeto por la gente, que uno quiere simplemente recaudar su dinero (…). [Es preciso entender que ser un artista significa que, junto a la libertad se ha de asumir una responsabilidad]. [Arrastrados por la ansiedad del éxito], los cineastas se sirven del tiempo libre de la gente honrada, de los trabajadores; se aprovechan de su credibilidad e ignorancia, de su falta de educación estética, para robarles espiritualmente y hacer dinero de esa forma».
Rafael Llano. En el volumen I de Andréi Tarkovski: vida y obra (2002). Valencia: Generalitat Valenciana-Consellería de Cultura i Educació – Ediciones de la Filmoteca, 2003; 823 pp.; prólogo de Víctor Erice; ISBN: 84-482-3295-X.