Joseph Ratzinger: «Es posible que el hombre más simple, que tiene sentido para las cosas elevadas y, por tanto, sensibilidad para los otros, para lo justo, lo bello y lo verdadero, sea infinitamente más cultivado que el más consumado tecnócrata con sus computadoras». De ahí que San Agustín, sorprendido y emocionado, dijera que su madre, una mujer sin formación, «se hallaba en la cúspide de la filosofía». Por eso, una visión verdaderamente cristiana «nunca identifica la cultura de un pueblo con el número de sus universitarios, nunca equipara la formación a los títulos; nunca hace de la ilustración el objetivo único de la formación, sino que busca siempre también los factores concomitantes, sin los que el aumento del saber lleva aparejada la destrucción de la cultura».
Joseph Ratzinger. Teoría de los principios teológicos. Materiales para una teología fundamental (Theologische Prinzipienlehre, 1982). Barcelona: Herder, 2005; 1ª ed., 2ª reimpr.; 476 pp.; col. Biblioteca Herder; trad. de Marciano Villanueva; ISBN: 84-254-1511-X.