Algunas ideas de la nota de ayer conectan con estas frases de Borges: durante muchos siglos las historias de Troya, de Ulises y de Jesucristo han bastado a la humanidad: «la gente las ha contado y las ha vuelto a contar una y otra vez; les ha puesto música, las ha pintado. (…) Y, aunque sobre todo a partir del XIX aumentó tanto el número y la variedad de relatos —por ejemplo cuando Poe escribió que un relato debe ser escrito atendiendo a la última frase, y un poema atendiendo al último verso, y así florecieron los relatos con truco—, relatos «en donde el interés no radica en la trama sino en la variación, en el cambio, de múltiples tramas (La isla del tesoro, Orlando furioso, la idea de un tesoro que trae males a quien lo encuentra, como en Beowulf), se sigue pudiendo sostener «la idea de que sólo existe un número reducido de tramas», la idea de que «quizá todas las tramas correspondan sólo a unos pocos modelos. Hoy, por supuesto, la gente inventa tantas tramas que nos ciegan. Pero quizá flaquee el ataque de ingenio y descubramos que todas esas tramas sólo son apariencias de un reducido número de tramas esenciales. Y esto, para mí, está fuera de discusión».
Jorge Luis Borges. «El arte de contar historias», en Arte poética. Seis conferencias (This Craft or verse, conferencias pronunciadas en 1967). Barcelona: Crítica, 2005; 181 pp.; col. Biblioteca de bolsillo; trad. de Justo Navarro; prólogo de Pere Gimferrer; edición, notas y epílogo de Calin-Andrei Mihailescu; ISBN: 84-8432-603-9.