Una cita más de Erich Auerbach, que se puede sumar a las suyas de los dos domingos anteriores —El estilo clásico y el estilo bíblico y Un género radicalmente nuevo— y a otras sobre la Divina Comedia de hace unas semanas: la concepción dominante de la realidad en la Edad Media europea era la interpretación «figural», una «interpretación según la cual la vida terrenal es del todo real, posee la realidad de la carne en la que advino el Logos, pero toda su realidad no es sino umbra y figura de lo auténtico, de lo futuro, de lo definitivo y verdadero que, revelando y preservando la figura, contiene la realidad verdadera. De este modo no se percibe el acontecer terrenal como algo definitivo ni como una realidad autosuficiente, ni como un eslabón en la cadena de un desarrollo en el que de un acontecimiento o del efecto conjunto de varios emanan otros nuevos, sino que dicho acontecer se contempla, ante todo, en una conexión directa y vertical con un orden divino del que participa y respecto del cual también él será en el futuro una realidad acaecida y consumada. Es así como el acontecer terrenal de la profecía real o de la figura forma parte de la realidad que se consumará inmediata y perfectamente en el futuro. Pero esta realidad no es sólo futura, sino que a los ojos de Dios y en el más allá está eternamente presente, de tal forma que allí la realidad desvelada y verdadera existe desde siempre, intemporalmente. A la luz de todo esto, la obra de Dante se manifiesta como un intento de abarcar poética y sistemáticamente la totalidad de la realidad universal».
Erich Auerbach. Figura (Figura. Sacrae Scripturae Sermo Humilis, 1938). Madrid: Trotta, 1998; 147 pp.; col. Minima Trotta; trad. de Yolanda García Hernández y Julio A. Pardos; prólogo de José M. Cuesta Abad; ISBN: 84-8164-229-0.