Un tal Bernardo Gomes de Brito, quizá un miembro de la Academia Real da Historia Portuguesa, escribió entre 1735 y 1736 la Historia Trágico-Marítima: doce relatos de naufragios recogidos entre los que circulaban en cuadernillos o en hojas sueltas por la Lisboa de la época, algunos anónimos, otros de supervivientes, otros de cartógrafos e ingenieros navales o de gente a quienes les fue contada la historia. La profesora y traductora Isabel Soler ha elegido cuatro de sus crónicas, las ha titulado Los mares náufragos, y las ha presentado con un prólogo que muestra el interés de tales textos, tan minuciosamente realistas, por su condición de ser como manuales de supervivencia y ejemplos para futuras expediciones, por su valor como testimonios de los rasgos de la condición humana que afloran en las situaciones desesperadas: «El heroísmo, la valentía, el coraje, la capacidad de decisión, el espíritu de sacrificio, el altruísmo». Se detiene, sobre todo, en aspectos que muestran algo de la mentalidad de la época: «Las crónicas no hacen nunca un juicio político sino un juicio moral. Critican la negligencia, la imprevisión, la falta de responsabilidad, la transgresión de las leyes de la navegación, la corrupción, la avaricia, el egoísmo. Se denuncian las condiciones del viaje y los motivos que llevan al desastre».
Isabel Soler Quintana. Los mares náufragos (2004). Barcelona: El Acantilado, 2004; 287 pp.; ISBN: 84-96136-57-4.