Lo que podemos esperar de la literatura (y 2)

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A Jiménez Lozano le parece «muy claro que el lenguaje de diseño de hoy está absolutamente reducido a instrumento y comunicación, y para él las imágenes y los símbolos no existen, y hay que repetir que no son comprendidos, si se los oye o se los lee. El lenguaje se torna cada día más abstracto y, por lo tanto, más fácil de manipular y de hacerle decir incluso lo contrario de lo que dice. Y, para comprobarlo, sólo es preciso pensar en el lenguaje políticamente correcto, del que ya decía Tucídides que se utilizaba para nombrar los crímenes de otro modo. Un lenguaje simbólico y lleno de imágenes no permite estos jueguecitos verbales o encubrimientos de realidades a veces terribles».

Ese lenguaje simbólico y con imágenes es el propio de un buen relato, que «debe ser una historia que acontezca cada vez que se lea, no un documento. Lo escrito como libro (acontecimiento) siempre es susceptible de ser presentizado y reinterpretado y, por tanto, tornado contemporáneo, y el mismo libro rejuvenece al lector porque le dice siempre algo nuevo. Y el relato de una injusticia, por ejemplo, tiene la virtud de situar a la víctima, al menos en el acto de la escritura, y luego en el acto de la lectura, en el centro del mundo, haciendo comulgar a los que lean con su sufrimiento o con su esperanza o su alegría, en su caso. Una narración verdadera no pasa; una noticia, una información, una comunicación, un documento de cualquier tipo sí pasan, quedan en un archivo. A un documento le afecta la gloria del mundo, que pasa; la narración no tiene gloria de mundo».

Guadalupe Arbona. Las llagas y los colores del mundo. Conversaciones literarias con José Jiménez Lozano (2012). Madrid: Encuentro, 2011; 163 pp.; ISBN: 978-84-9920-109-2.

 

10 junio, 2012
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