La diferencia prohibida, de Tony Anatrella, me ha parecido un libro de los que ayudan a comprender un poco mejor en qué mundo vivimos. El autor elabora «un discurso de observación, de balance y de perspectiva» acerca de los problemas psicológicos y sociales que se derivan del trastocamiento de las relaciones entre sexos, y entre adultos y niños, que se ha producido en las últimas décadas. Sus observaciones, referidas a la Francia de hace unos años, siguen teniendo vigencia. Tal vez el texto podría estar más pulido pues hay repeticiones innecesarias y tampoco la traducción es brillante a veces.
Es particularmente lúcido su análisis sobre la devaluación de la figura paterna, y sobre las consecuencias que se derivan de ahí para el desarrollo psicológico equilibrado de los hijos. Señala que se ha perdido en nuestra sociedad el sentido de la educación como acto de transmisión, y subraya que «la educación es esencialmente una actitud, antes que una técnica y unos medios», que depende de la personalidad del adulto más que de la multiplicación de medios pedagógicos.
Dedica luego capítulos a mostrar las patologías de la interioridad, a las consecuencias psicológicas y sociales de algunas formas de comprender y vivir la sexualidad, y a la violencia juvenil como resultado natural de los errores educativos previos. Resalta que poner énfasis en la prevención no resulta eficaz sin un verdadero trabajo educativo que ayude a «los individuos a tomar conciencia de lo que viven» y que les dé «los medios de educar el sentido de su comportamiento».
Tony Anatrella. La diferencia prohibida. Sexualidad, educación y violencia: la herencia de mayo de 1968 (La différence interdite, 1998). Madrid: Encuentro, 2008; 336 pp.; trad. de Lázaro Sanz; col. Ensayos; ISBN: 978-84-7490-875-6.