El protagonista de Uno de los nuestros, de Willa Cather, es Claude Wheeler, un chico al que su padre pone al frente de la granja familiar, en Nebraska, aunque sus deseos son otros, pues le gustaría estudiar en la universidad y tiene unas ansias que no sabe como satisfacer. Se casa con una chica que conoce desde la infancia pero pronto comprueba que su mujer tiene otros intereses y, además, cuando enferma una hermana suya, misionera en China, se ausenta. Entretanto él se alista como voluntario para combatir en la primera Guerra Mundial: en ese ambiente, a través de muchas peripecias, sus horizontes vitales se ampliarán de forma inesperada.
La novela es interesante, como todas las de Cather, pero insatisfactoria. La parte de la guerra no es convincente tal vez porque, después de tantas historias sobre lo mismo, no nos suenan verdaderos los acentos amables e idealistas del narrador. Tampoco está logrado el protagonista: diría que Cather lo dibuja calcado sobre las heroínas de sus mejores novelas. Luego, algunos flecos argumentales quedan colgados —por ejemplo, la mujer de Claude desaparece sin más del relato cuando se marcha—. En cualquier caso, la calidad narrativa y descriptiva es magnífica y la novela, en los ambientes que Cather domina como nadie, en la primera parte, tiene momentos excelentes. Uno es el de la conversación que Claude tiene con su futuro suegro y este intenta «advertirle, sin dar muchos detalles, de ciertas decepciones desgarradoras. Vio que no era posible: la comunicación entre un viejo y un joven era tan difícil como que los muertos hablasen a los vivos».
Willa Cather. Uno de los nuestros (One of Ours, 1922). Madrid: Nórdica, 2013; 494 pp.; trad. de Beatriz Bejarano del Palacio; ISBN: 978-84-92683-43-7.