Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson, es una novela compuesta por más de veinte relatos o escenas que se desarrollan en la ciudad de Winesburg. La mayoría tratan, directa o indirectamente, sobre George Willard, un joven periodista. El narrador presenta una vida provinciana gris y con escasos alicientes, y una gente bondadosa pero sin muchas luces: resulta lógico que, al final, el periodista deje su pueblo para marcharse a la ciudad en busca de nuevos horizontes, o tal vez se desea sugerir que, sin el cronista, lo que pueda ocurrir en el pueblo quedará enterrado para siempre.
La he leído con interés pues conocía su valor y su influencia en tantas novelas posteriores con igual aspecto de mosaico. Los personajes tienen vida y las piezas encajan para fijar un retrato concreto de un pueblo: el que se opone al de las historias que pintan la vida provinciana como idílica y a sus habitantes como más naturales y sencillos que los estirados y vanidosos de la gran ciudad; el que presenta un mundo que parece terminarse y unos personajes que viven abrumados por la soledad.
En este sentido la novela de Anderson tiene la falta de objetividad propia de quien gasta demasiadas energías en rebajar a sus paisanos. Además, tiene la falta de perspectiva que da no coger altura: indirectamente lo señala el mismo autor en la dedicatoria a su madre cuando indica que sus «agudas observaciones acerca de todo lo que la rodeaba» despertaron su «inquietud de mirar por debajo de la superficie de las vidas ajenas», a ras de tierra podríamos decir. Contiene, sí, observaciones valiosas sobre algunos cambios sociales a peor: «en nuestros días, un granjero junto a la estufa de una tienda de su pueblo tiene la cabeza llena a rebosar de opiniones ajenas. Los periódicos y revistas se la han llenado de pájaros».
Al releer lo anterior me pregunto si este comentario está condicionado por la lectura previa de Ángulo de reposo, que tan buena impresión me dejó, o si mi visión un tanto negativa del planteamiento quejoso de la historia se debe a ser yo mismo provinciano y a que, al leerla, la contrastaba con novelas ambientadas en la misma época y en ciudades semejantes como, por ejemplo, La comedia humana. Sea como sea, buen libro.
Sherwood Anderson. Winesburg, Ohio (1919). Barcelona: Acantilado, 2009; 256 pp.; trad. de Miguel Temprano García; ISBN: 978-84-92649-16-7.