Ya que hace días cité Los cañones de agosto menciono ahora Cinco días en Londres, mayo de 1940, de John Lukacs. Primero, porque se puede considerar que sus enfoques son algo parecidos: estudiar qué pasa en unos días iniciales que son decisivos para lo que vendrá después. Y, segundo, porque poner en paralelo los dos da idea de las diferencias que hay entre una obra que cabría llamar de investigación histórico-periodística y otra que es el trabajo de acercamiento cuidadoso propio de un historiador profesional.
La tesis del libro es que, si a Churchill y a Gran Bretaña no se les puede llamar los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, pues Estados Unidos y Rusia compartirían ese honor, a Churchill sí hay que reconocerle que fue quien no la perdió cuando, entre el viernes 24 y el martes 28 de mayo de 1940, logró imponer sus criterios en el Gabinete de Guerra, frente a la oposición de Lord Halifax, y en el Parlamento, frente a buena parte de sus compañeros de partido. La idea es que, en la historia de los estados y de los pueblos a veces se da un giro, algo que no tiene nada que ver con un hito: mientras un hito es algo cuantificable, previsible, lineal, secuencial, «un giro puede suceder en la mente de una persona; puede significar un cambio de orientación; sus secuelas son múltiples e impredecibles, secuelas que en la mayor parte de los casos sólo retrospectivamente adquieren relieve. Un giro puede en ocasiones predecirse, pero no con certeza. En este caso ese momento se produjo a últimas horas del martes 28 de mayo. Fue la solución a un conflicto del que, en ese momento, Churchill había salido vencedor. Dijo que Inglaterra seguiría luchando, pasase lo que pasase. Pasase lo que pasase: descartando cualquier tipo de negociación con Hitler».
Lukacs termina su libro indicando lo que, a su juicio, supuso la postura de Churchill y la victoria en la Segunda Guerra Mundial: «En el mejor de los casos la civilización pudo sobrevivir, y Churchill aportó su pequeña colaboración a ello en 1940. En el peor, trabajó para darnos —sobre todo a los que ya no somos jóvenes pero lo fuimos entonces— cincuenta años. Cincuenta años antes de que se alzasen nuevos tipos de barbarie, barbaries no encarnadas por los ejércitos de Alemania o Rusia; antes de que las nubes de una nueva Edad Oscura cubran las vidas de nuestros hijos y nuestros nietos. ¡Cincuenta años! Tal vez fue suficiente».
John Lukacs. Cinco días en Londres, mayo de 1940. Churchill solo frente a Hitler (Five Days in London, May 1940, 1999). México: Fondo de Cultura Económica y Madrid: Turner, 2001; 256 pp.; col. Norma; trad. de Ramón García; ISBN: 84-7506-501-5.